Capitulo Nueve

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Louis se sentó en el despacho, con la cabeza en las nubes, sus pensamientos más centrados en Harry que en los libros y las cuentas, que era donde deberían estar. Afuera, el sol de Junio brillaba. Las ventanas estaban abiertas y una maravillosa brisa recorría la casa. Debería sentirse contento y feliz, de veras, pero se sentía miserable. En la última semana había pillado un resfriado de verano, y no conseguía quitárselo con nada. Len le había confinado en casa, y él había accedido de mala gana porque no necesitaban contagiar al resto del personal. Por la ventana se colaban los sonidos de la granja, y eso le ponía nervioso.

Se puso a toser y le empezó a doler el costado, así que cerró los libros y apagó el ordenador. Así no podía hacer nada. Dejó el trabajo y se marchó del despacho. Encendió la televisión y se tumbó en el sofá del salón, cerrando las cortinas. Todo lo que ponían a esta hora eran estúpidos programas de debate, así que finalmente se dió por rendido, apagó la televisión y se arrastró escaleras arriba.

Las sábanas estaban frías cuando se metió en la cama, que además parecía enorme sin Harry a su lado. Salvo los últimos días, Harry había estado durmiendo allí casi todas las noches. Se preparaba para ir a dormir en su propio cuarto, y después entraba en la habitación de Louis, metiéndose bajo las sábanas. Harry siempre llevaba su pijama de algodón, y Louis dormía con un pantalón de hilo. Se besaban cada noche y se abrazaban, pero Louis no había pasado de ahí. Dar el siguiente paso le correspondía únicamente a Harry. Se lo había prometido a sí mismo y a la mañana siguiente de aquella primera vez, le había dicho a Harry que podía llevar su relación tan despacio como quisiera.

De hecho, la verdad era que dormir juntos así era probablemente la experiencia más erótica de toda su vida. Había tenido sexo ardiente y vigoroso (del tipo "vamos a romper el colchón") con hombres muy atractivos, pero nada había sido tan erótico como dormir con este maravilloso hombre, dulce e inocente, que ardía fieramente bajo la superficie y que cada noche se colaba en su cuarto para dormir con él, con su cuerpo moldeado por el trabajo duro apretando el suyo, sus pieles separadas tan solo por capas de algodón, su olor penetrándole cada vez que respiraba.

Los ojos de Louis comenzaron a pesar en exceso y los cerró, sucumbiendo a un sueño desordenado y borroso. Se despertó algún tiempo después, sin saber qué hora era. Podía oír gente moviéndose por la casa, pero su habitación estaba oscura. Finalmente encontró una posición cómoda y no se volvió a mover, dejando que el sueño volviera a conquistarle. Demonios, estaba tan contento de no toser que sus pulmones también se lo agradecían. Esta vez su sueño estuvo vacío, no soñó, no pensó. Nada. Un par de veces, breves imágenes de Harry o Len le cruzaron la mente y algunas veces le dió la sensación de estar buceando, pero después todo era negrura.

Abrió los ojos. La habitación estaba a oscuras y había algo sobre su boca y su nariz. Intentó quitárselo pero no pudo, y estaba tan cansado que lo dejó estar. Podía respirar, así que ¿qué importaba? Volvió la cabeza y vió a alguien sentado en una silla junto a la cama, pero no le veía ningún sentido. ¿Por qué estaba Harry sentado en la silla en lugar de estar durmiendo junto a él? Intentó hablar, pero tenía la garganta dolorida y seca, así que no pudo. Y además, se sentía a gusto y calentito, así que cerró los ojos y volvió a sumirse en sueños.

Cuando volvió a abrir los ojos la habitación estaba iluminada, y pudo darse cuenta de lo que tenía en la boca y la nariz era una máscara de oxigeno y que estaba en una cama de hospital. Miró despacio a su alrededor, y se dió cuenta de que no estaba solo. "¿Cuánto tiempo llevo aquí?". No había gran cosa en la habitación, pero cuando miró hacia arriba vió un reloj que le indicaba lo que probablemente eran las ocho de la mañana del diez de Junio. ¡El diez de Junio! La última cosa que recordaba era haberse ido a la cama dos días atrás. "He debido de estar realmente enfermo".

AMAR SIGNIFICA... NO AVERGONZARSE.|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora