Capitulo Uno

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Louis Tomlinson se despertó en una cama que no conocía. La luz entraba por la ventana, y había un gran cuerpo caliente y sudoroso junto al suyo. La cabeza le martilleaba y le dolía el culo.

―Ha sido una noche increíble ―dijo para sí mismo mientras obligaba a sus piernas a moverse. Se sentó en el borde de la cama, apoyando la cabeza entre las manos, mientras intentaba pensar dónde estaba. Ah, ya. Había salido bailar anoche con Lonnie y Juan.

Se volvió hacia el hombre tumbado en la cama.

―Dios...

Se acordaba de anoche; bueno, al menos de una parte. Chupitos de tequila seguidos de un baile con un armario de dos puertas.

―El armario debe ser este tío. ―Como pasaba casi siempre, recordó el resto de la noche de un golpe: bailar, subirse encima de su compañero de baile. Joder, incluso le había metido mano sin pensárselo.

Su cabeza pálpito de nuevo, obligándole a levantarse para ir a trompicones hacia el cuarto de baño. Ni se molestó en encender la luz, ya que no la iba a encontrar, y consiguió llegar hasta el lavabo. Abrió el grifo y puso las manos bajo el chorro de agua fría, echándosela en la cara y gruñendo de alivio al sentirla en la piel.

―Al menos estoy vivo ―. Cerró el agua y uso el baño. Después volvió a la habitación un poco más enderezado para encontrar a su compañero despierto y gruñendo.

― ¿Qué día es hoy? ―preguntó mientras se agarraba la cabeza y gemía suavemente―. ¡Joder!, odio el tequila. ―Le miró con ojos casi tan rojos como los que Louis había visto al mirarse al espejo.

―Sábado, gracias a Dios. ―Louis miro a su alrededor buscando su ropa, encontrando los pantalones junto a la cama y poniéndoselos rápidamente.

―Bien, para ti. Yo tengo que trabajar. ―El enorme hombre miro su reloj―. ¡Joder! Tengo que estar allí dentro de media hora. ―Se levantó y se fue al baño, cerrando la puerta con mucho cuidado.

Louis rebusco por la habitación hasta que finalmente encontró el resto de su ropa. Después de vestirse, decidió que no quería moverse demasiado rápido. Arrastro los pies donde hacía más o menos debía estar la cocina.

―Dios existe ―murmuró. La cafetera estaba enchufada y lista. Louis la puso en marcha y el olor a café recién hecho enseguida llenó la cocina.

Louis escuchó la ducha durante unos minutos. Buscó en el armario hasta encontrar dos tazas. Parecían más limpias que el resto del apartamento, así que espero hasta que el café termino de hacerse antes de llenarlas y llevarlas de vuelta al dormitorio.

La puerta estaba medio abierta y... "estoooooo, Gary"... si, ese era su nombre, Gary se estaba vistiendo. Terminando de abrir la puerta Louis le acerco la taza de café humeante.

―Gracias, tío, lo necesitaba. ―Gary dio un sorbo al café y puso la taza sobre la mesa―. Tengo que irme en un par de minutos.

Louis asintió, bebió su café (¡qué bueno estaba, maldita sea!) y volvió al salón, dejando que Gary terminara de arreglarse. Para cuando Gary salió de la habitación, Louis había terminado su café y se sentía nuevamente humano.

―Gracias, Gary. Nos vemos.

―Si, tío; gracias.

Gary estaba todavía terminando su café cuando Louis dejó el apartamento. Bajo por las escaleras del portal del edificio de los setenta. Una vez fuera, el aire le despejó la cabeza y se dirigió al parking para buscar su coche. Lo encontró enseguida.

Metió la mano en su bolsillo buscando las llaves y entro al coche. Arrancó y condujo en dirección a casa; bueno, lo que estos días le hacía las veces de casa.

AMAR SIGNIFICA... NO AVERGONZARSE.|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora