Capitulo Cuatro

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Louis nunca había necesitado alarmas para levantarse por la mañana (a menos que hubiera estado bebiendo) y esta mañana no fue una excepción. Todavía estaba oscuro, y Louis ya estaba fuera de la cama, vestido y en la cocina, picando algo antes de dirigirse al establo para su paseo matutino. Se oyó un golpe suave en la puerta y la abrió para encontrarse con Grumoso en las escaleras, mirándole preocupado.

-Hay algo en el establo que deberías ver.

Louis le siguió dubitativo por el patio, hacia el establo, y lo atravesaron hasta donde se encontraba la última caballeriza. Allí vió un par de botas negras. Miró dentro, y se sorprendió al ver que tras las botas había un par de piernas, y pegadas a ellas un cuerpo dormido, que parecía el de un niño. El establo estaba bastante oscuro, tan solo la luz de la mañana entrando por las ventanas y la puerta abierta, pero era suficiente para ver que el muchacho era increíblemente guapo. No fue hasta que había observado su cara dormida, que se fijó en los pantalones de tela negra que asomaban por debajo del abrigo, también negro, que estaba usando como manta, y el sombrero negro de ala ancha que había dejado cuidadosamente en el pesebre vacío. ¿Qué demonios hacía un chico Amish durmiendo en su establo?

Louis no tuvo mucho tiempo de contemplar la cuestión, porque unos segundos más tarde, los ojos del muchacho se abrieron e inmediatamente se llenaron de miedo. De repente estaba en pie y corriendo como un conejillo asustado fuera del establo hacia el patio. Grumoso miró a Louis y salió tras él, pero Louis le llamó.

-Ya iré yo. Tú empieza a trabajar. -Grumoso asintió, y Louis recogió el sombrero y el par de botas, y caminó hacia afuera. Estaba empezando a amanecer, y pudo ver al chico de pie y descalzo en la carretera, mirando hacia el establo.

Louis anduvo despacio hasta donde estaba él, tratando al chico como si fuera un caballo asustado, sin hacer movimientos bruscos.

-Se te han olvidado el sombrero y las botas. -Louis le mostró las cosas y, como el muchacho no hacía ningún movimiento, Louis las colocó despacio en el suelo-. Está bien. No voy a hacerte daño. - Dió dos pasos hacia atrás, y el chico se acercó, se puso las botas y cogió el sombrero-. ¿Por qué estabas durmiendo en el establo? ¿Dónde está tu familia?

-Rumspringa.

-No sé lo que significa. -Aquella palabra sonaba extranjera para Louis.

El joven (Louis se dio cuenta de que no era ningún niño), dio un paso hacia atrás, aquellos intensos ojos verdes penetrándole.

-Es el tiempo que debo pasar fuera de la Comunidad.

Louis asentía, aunque no sabía mucho sobre la vida de los Amish aparte de lo que había oído por ahí. Pero si se suponía que el chico tenía que vivir fuera de su Comunidad y estaba durmiendo en el granero, obviamente no tenía un lugar donde quedarse. -¿Tienes hambre?

El joven se quedó tieso como un palo, como si no supiera si contestar o salir corriendo, si escuchar a su miedo o a su estómago.

-Sí.

-Soy Louis, y esta es mi granja. -Louis le sonrió y extendió la mano.

El joven Amish miró a su alrededor, pasando los ojos por la casa, los establos, con expresión asombrada.

-Soy Harold, Harold Styles. -Estrechó la mano de Louis, aún temeroso.

-Vale, Harold; sígueme y te prepararemos algo de desayunar. -Louis se giró y comenzó a andar hacia la casa, comprobando si Harold le seguía-. No pasa nada; solo vamos dentro de la casa. -Fueron por la puerta de atrás hacia la cocina. Harold le siguió hacia el interior e inmediatamente se quitó el sombrero, inseguro de donde ir o qué hacer.

AMAR SIGNIFICA... NO AVERGONZARSE.|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora