Capitulo 13: El taller de Norte (Parte II)

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    El pequeño copo de nieve que acababa de formar salió volando de entre sus dedos, dando círculos y piruetas en el aire antes de estamparse contra uno de los peones de aquel barandal de madera pulida. El chico movió los dedos y formó otro copo, mas este volvió a volar, imitando a su hermano, yendo a acabar en el mismo lugar.

    El chico suspiró, aburrido. Llevaba casi medio día haciendo lo mismo, sentado frente a una de las ventanas en forma de rombos que había en el último nivel del taller: un estrecho pasillo ubicado prácticamente en la base de la cúpula. No sabía qué hora del día era, puesto que el Sol no se escondería nunca en esa época del año.

    Las palabras de Conejo aun resonaban en su cabeza, atormentándolo. Y Jack, abrazado a sus piernas echo un ovillo, con su báculo tirado sobre el suelo a un lado, se sentía más solo que nunca, al tener que afrontarse a la realidad sin la compañía de nadie. Cerró los ojos y escondió el rostro entre sus rodillas.

    Una chica de largos cabellos castaños se asomó por el barandal, observando al pálido guardián sentado sobre el suelo. Con cuidado, se elevó hasta pasar por encima del mueble de madera que circundaba el pasillo, acercándose sigilosamente al chico.

    Sin embargo, no era tan buena espía como esperaba, y el joven pudo escuchar su leve respiración. Levantó la cabeza de golpe, topándose con un par de enormes ojos cafés que conocía muy bien. La chica le dedicó una sonrisa amistosa.

– Hola, cazador de brujas – dijo, imitando el saludo que él le había hecho cuando estaban en la oficina de Norte. – ¿A que no adivinas cuantos juguetes reconstruí en todo este tiempo? – preguntó, tratando de animarlo.

    El chico la miró con una expresión increíblemente triste. Tenía los labios curveados hacia abajo, algo que resultaba extraño ver en una boca que generalmente se encontraba sonriendo. Sus parpados caían pesadamente sobre sus ojos, los cuales, se notaban aun algo humedecidos. Incluso se veía más pálido de lo normal.

    Aun así, la chica no perdió la esperanza de arrancarle una sonrisa, y se aproximó lentamente hacia él.

– ¡Seis! Solo logré completar seis – Lilly se sentó cuidadosamente al lado izquierdo del guardián, quien no se molestó en voltear a verla. – ¿Puedes creerlo? Soy un maldito fracaso.

    Pero el chico no cambió en lo más mínimo su expresión. La chica pudo ver como inflaba el tórax y luego lo adelgazaba, inhalando una larga bocanada de aire.

    La joven suspiró.

– Si, supongo que no es tan importante después de todo – se encogió de hombros.

    La chica flexionó su pierna sana y se abrazó a ella, imitando a Jack. Volteó la cabeza hacia su derecha para poder verlo mejor, pero él tenía la mirada perdida en algún punto indefinido del Taller.

– Realmente te afectó lo de hace rato, ¿no?

– No tienes idea de lo que se siente – habló por fin, aunque en un tono melancólico que la chica nunca había escuchado en él.

– ¡Claro que sí! No eres el único que...

– No, no es verdad – Jack sacudió la cabeza de un lado a otro, recostándose pesadamente sobre el cristal de la ventana que tenía a sus espaldas. – Nadie sabe lo que es fallarle a tus amigos... o peor aún, que ni siquiera crean en ti. Que la gente solo vea lo que haces mal para poder criticarte, pero nunca se fijan en lo que te esfuerzas por poder hacer algo bien y que te digan "Hey, lo lograste". Que te juzguen sin saber quién eres o que haces en verdad. Nadie sabe lo que se siente decepcionar a las personas que te importan...

Rise of the Guardians: The Key of HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora