Capitulo 30: Enfrentando al demonio

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    El chico corrió con el resto de los guardianes, obedeciendo a la humana. Solo tenía que deshacerse de ese monstruo y podría regresar a sacarla del agua. Aún no sabía cómo lo haría pues, si se aceraba demasiado con el cayado en mano, terminaría por dejarla atrapada en el agua congelada. Ya se las ingeniaría para ayudarla, ahora tenía un demonio que aniquilar.

    Jack llegó junto a sus compañeros al momento justo para ver a Daemon pelear contra el filo de la espada que Tooth empuñaba. La guardiana blandía aquella arma de un lado a otro con la ferocidad digna de un guerrero samurái, y el ser luchaba por mantenerse fuera de su camino, bloqueando los ataques de todas las formas que le fuesen posibles. Detrás de él, Meme se esforzaba en su intento por dar la forma correcta a alguna especie de soga con la cual planeaba ayudar a su compañera.

    Hada alzó ambas manos, sosteniendo con ellas la espada en lo alto, antes de dejarla caer sobre el cráneo del espectro. Este tuvo tiempo de ver el movimiento de la guardiana, haciéndole frente de costado para que el arma golpeara contra su cuerno derecho y no sobre su rostro. La guardiana tardó apenas milésimas de segundo en entender lo que había pasado, mismos que le costaron la ventaja que llevaba por sobre el demonio.

    Con un movimiento como relámpago, Daemon movió la cabeza hacia la derecha con la fuerza suficiente como para arrastrar a Tooth con él. Con el fin de tomar mayor impulso, el espectro se levantó sobre sus patas traseras ligeramente y empezó a girar sobre su lugar hasta ver a la guardiana salir proyectada frente a él. No le dio gran importancia donde pudiese caer, y siguió girando en la misma dirección hasta volver a quedar en su posición original. De haberse detenido un momento hubiese podido apreciar el instante en que ella aterrizó sobre Meme, yendo ambos a colapsar contra el muro de la cueva.

    El horrible animal, con aires de victoria, retomó su posición antes de dedicarse a buscar al joven espíritu que había perdido de vista. Sin embargo, no pudo finalizar su tarea puesto que, en lugar del chico de cabellos de nieve, descubrió a Norte y a Conejo correr en su dirección. El primero llevaba algunos metros de ventaja sobre el pooka, pero ambos lucían igual de molestos, e incluso, un tanto intimidantes.

    Así que, aunque no pareciera el momento más oportuno, decidió que era tiempo de atacarlos. Esperó la llegada del guardián poseedor de la gran barba blanca mientras se acomodaba sobre sus cuatro patas. En ese punto, la luz del candelabro caía directamente sobre él, haciendo destellar los bordes de sus escamas verdosas de una forma casi mística. Incluso su piel rojiza relampagueaba bajo aquel fino haz que la iluminaba a duras penas.

    Norte se acercó a él sin pensar en la trampa. Su contrincante se veía tan inofensivo y asustado que incluso el más astuto de los espíritus se hubiese tragado su farsa sin sospechar. Para su desgracia, las apariencias engañan y esta vez no era la excepción. Cuando Daemon sintió que estaba lo suficientemente cerca, puso en marcha su plan.

    El ser se levantó sobre sus patas traseras, dejando libres ambos brazos para convertirlos en un montón de peligrosas garras que apuntaban hacia el cielo. Cuando el guardián se acercó a estas, sus largas y mullidas prendas quedaron atrapadas entre estas impidiéndole así el paso. Pero, no conforme con eso, el monstruo siguió avanzando hacia arriba, llevándose al espíritu consigo.

    Para cuando Daemon quedó totalmente de erguido, los pies de Norte colgaban a dos metros sobre el suelo. Este apenas era sostenido por los puntos de la tela que habían quedado atrapados en las filosas uñas del espectro. El espíritu podía ver el rostro del monstruo a escasos centímetros, incluso sentía su cálido aliento acariciarle la barba.

    El demonio posó sus brillantes ojos sobre él un segundo, antes de enfocar ligeramente por encima del hombro del mismo, fijando su atención en Conejo. Y antes de darle tiempo a cualquiera de los dos de hacer algo más, giró ligeramente sobre su cadera y arrojó al espíritu contra el pooka, como si de un balón de futbol americano se tratase.

Rise of the Guardians: The Key of HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora