Capitulo 3: Daemon

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    Escalones, escalones, y más escalones. Aquella escalera parecía eterna. Por un momento, Lilly llegó a pensar que Daemon la conducía hasta el mismo centro de la Tierra, pero no fue así.

    Cuando dichos escalones finalmente terminaron, la chica y el demonio se encontraron frente a un largo túnel, cuyas paredes y techo estaban conformadas por fragmentos cuadrados de piedra caliza. Parecía tener casi cuatro metros de alto. El piso era de mármol rojo. Antorchas de fuego incrustadas en las paredes cada pocos metros era lo que daba luz al lugar.

    En el aire se sentía una atmosfera fría y densa, a pesar de ser el inframundo. Un olor a madera quemada inundaba todo el túnel. Algunas virutas de cenizas grises y negras volaban alrededor de la sorprendida chica, quien trataba de no inhalarlas mientras respiraba.

    Lilly sabía que Daemon era tanto el Rey de las Travesuras como el Amo del Inframundo, por lo que le tenía cierta desconfianza. Al igual que a todos esos pequeños demonios y espíritus que trabajaban con él. Apretó su lanza fuertemente contra su pecho, tratando de mantener la calma.

– Ven, rápido – le ordenó Daemon, quien ya había avanzado un largo tramo del túnel sin que la chica se diera cuenta.

    Ella trotó rápidamente hasta alcanzarlo. En seguida, este se puso en marcha y la chica decidió seguirlo con cierta distancia. El eco de las pisadas de ambos retumbaba en todo el túnel, con cierto aire tenebroso y sombrío. Las antorchas estaban lo suficientemente separadas entre sí como para dejar una gran brecha de camino a oscuras. Eso no le agradaba a la joven. Era como si en cualquier momento fuese a caer en una trampa.

    Sin embargo, nada ocurría cuando cruzaba aquellos tramos de sombras. Y al poco tiempo pudo ver el  final de dicho túnel: divisó una luz entre blanca y gris claro destellando en la distancia. Era el indicio de que el conducto por el que caminaban estaba a punto de terminar.

– ¿Dónde estamos? – quiso saber la chica, temiendo lo peor.

– Apunto de ver las puertas del Infierno – contestó Daemon con una serenidad increíble. Pareciera que le preguntaran sobre el clima.

    La chica sintió una punzada en el estómago: sus sospechas estaban confirmadas. Si lo que Daemon quería era tenderle una trampa, había caído en ella si siquiera dar lucha. Ya no tendría oportunidades de escapar.

– ¿Ahora me dirás que es lo que quieres de mí? – preguntó, tratando de ocultar su nerviosismo.

– En un lugar más privado – insistió Daemon. – No quiero que nadie se entere de esto.

– ¿Tan malo es? – Lilly sabía que su curiosidad podía tener un precio muy alto estando junto a Daemon, pero aun así se aventuró a preguntar.

    El demonio le respondió con una sonrisa maliciosa.

Esa no es una buena señal, dijo la chica para sí misma, sosteniendo aún más fuerte el arma que llevaba en sus manos. En su mente cruzaban cientos de ideas sobre lo que Daemon planeaba, esperando que ninguna de ellas fuera más que una simple corazonada.

    Cada paso que daban los acercaba más al final del túnel. A través de aquella "puerta" se podía apreciar un ancho rio grisáceo que permanecía protegido totalmente por una especie de cueva de piedra, cubriendo ambos flancos y la parte superior.

    No había espacios por donde los rayos del Sol pudiesen entrar, por lo que el lugar estaba prácticamente en las penumbras, escasamente iluminado por gigantescos candelabros, sostenidos por cadenas gruesas de metal, que colgaban del alto techo lleno de estalactitas puntiagudas que amenazaban con caer en cualquier momento.

Rise of the Guardians: The Key of HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora