Capítulo 8

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Es corto pero intenso

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y el sudor frío empezaba a resbalar de entre mis poros.

-Déjame - respiré hondo - ¿no estás cansado ya de las discusiones?

-Eres un terco - mordió levemente mi lóbulo haciéndome estremecer - algo hará cambiar

tu forma de pensar y entonces - lamió mi cuello - vas a tener que darme la razón.

-¿Por qué te empeñas en mí y me soportas? ¿Tan fácil te crees que será hacerme cambiar de opinión?

-Porque te quiero a ti - mordió mi cuello haciéndome respirar fuerte - tienes que admitir que empiezas a cambiar tu pensamiento y empiezas a aceptar tu situación y tus sentimientos.

-¡No es verdad! - me giré quedando frente a frente con él, mientras me quejaba como un niño pequeño.

-Si lo es, ya no me insultas cada tres palabras, eso es buena señal - sonrió socarrón y realmente pareció alguien normal, quiero decir, cálido casi fraternal.

-Malnacido - le dí un pequeño empujón en broma.

-Lástima, lo estabas haciendo tan bien - se quejó apartando mi pelo húmedo de mi cara.

En aquel momento la tensión era tan densa que parecía poderse cortar con cuchillo, pero no era una tensión incómoda, era una tensión ¿buena? ¿era eso posible?

Sin muchos rodeos e impulsado por fuerzas mayores pegué mis labios a los suyos en un beso totalmente voluntario y con muchas ganas, esa vez si quería. Sentí su calidez y esa humanidad que escaseo en los primeros días y echaba de menos.

Nos separamos y su mirada estaba fija en mí acompañada de una sonrisa que me gustó.

-Vamos venga ahora fuera me he de vestir- lo eché con picardía. Parecía una adolescente cursi viéndole salir de la habitación a su "enamorado".

No te haré daño (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora