La Mentira

Capítulo 3

  Alfonso por fin pudo mirarla después de tanto tiempo, según él. Por fin pudo mirar aquellos ojos azules que en un momento le inspiraron una desconfianza tremenda, ahora le inspiraban una paz inexplicable. En ese momento hubiera esperado cualquier cosa, menos que su "cuñada" lo saludara como si jamás en la vida se hubieran visto, si es que estaba fingiendo no le quedaba otra que seguirle el juego. Ambas manos se estrecharon.

- Alfonso: Alfonso Herrera.
- Anahí: Ricardo ya me había hablado de ti.
- Alfonso: Yo también he escuchado algo de ti.
- Ricardo: Él es Alfonso, unos de los mejores alumnos que he tenido a lo largo de mi historia como profesor, si es que no el mejor.
Alfonso sonrió,
- Ricardo: Y ella es Anahí, la hija de los amigos que te hablé,
- Anahí: Ya habrá tiempo para conocerse mejor.
- Ricardo: Mientras llegabas lo llevé para que conociera el lugar, espero que no te moleste.
- Anahí: Para nada,
- Ricardo: También aproveché para ponerlo al tanto de la situación de la yegua.
- Anahí: ¿Y todo bien?
- Ricardo: No te preocupes Anny, si te dije que este muchacho hará un buen trabajo es porque así será. ¿Verdad Alfonso?
- Alfonso: ¿Cuándo te he quedado mal?
- Ricardo: Nunca,
- Anahí: Espero que esta no sea la excepción.
- Alfonso: Ya verás que no.
- Ricardo: Yo tengo que irme, todavía me faltan algunas cosas por hacer ¿Vienes conmigo Alfonso?
- Alfonso: Sí, tengo entendido que por aquí no hay locomoción y es mucho lo que hay que caminar para llegar a la carretera.
- Ricardo: Entonces vamos.
- Anahí: ¿Cuándo vuelves? El potrillo ya está por nacer y no me gustaría estar sola cuando eso pase.
- Alfonso: Hay que estar atentos ¿Te parece si me doy una vuelta mañana?
- Anahí: Perfecto, te espero.
- Alfonso: Nos vemos,
- Ricardo: Bueno Anny, me despido,
La abrazó,
- Ricardo: Mañana viajo y dudo volver luego.
- Anahí: Que estés bien y cuídate.
- Ricardo: Tú también te cuidas muchacha.

Ricardo salió acompañado por Alfonso, el camino estuvo silencioso, por más que Alfonso le buscara una explicación lógica a la reacción de Anahí no la encontraba ¿Tan mala memoria tenía como para no acordarse de su cuñado al cual más de una vez intentó seducir estando casada con su hermano?

Al llegar al pueblo, Ricardo tenía aún algunos amigos de los cuales despedirse, así que de paso dejó a Alfonso en la casa. Mientras terminaba de ordenar sus cosas sonó el teléfono de la casa.

- Alfonso: Bueno.
- ¿Alfonso?
- Alfonso: Sí ¿Con quién hablo?
- Es Anahí, la amiga de Ricardo.
Alfonso no pudo dejar de sorprenderse ante la llamada, gracias a Dios mediante el teléfono ella no podía verle la cara de sorpresa que este puso al escuchar su nombre.
- Alfonso: Anahí ¿Problemas con los animales?
Fue lo único que en el momento se le ocurrió preguntarle.
- Anahí: No, todo está bien con ellos.
- Alfonso: ¿Entonces?
- Anahí: Se te quedó tu celular junto a otras cosas en el patio.
Alfonso miró a su alrededor y notó que efectivamente le faltaba sus instrumentos con los que habitualmente revisaba a los animales.
- Alfonso: Tienes razón, ni siquiera me había dado cuenta ¿Puedo irlos a buscar? Los voy necesitar mañana en la mañana.
- Anahí: Si quieres te los voy a dejar, tengo que ir al pueblo y así aprovecho el viaje.
- Alfonso: ¿De verdad?
- Anahí: Por algo te lo estoy diciendo ¿Vas a estar en la casa de Ricardo supongo?

- Alfonso: Y si es que no estoy ahí, estaré en la consulta.
- Anahí: Está bien, entonces te veo al rato.
- Alfonso: Adiós.

Al colgar siguió en lo que estaba en un comienzo, sin dejar de pensar en la situación que estaba viviendo, si Anahí, la que creía su cuñada, seguía con esa actitud de indiferencia, las cosas jamás le saldrían como él las tenía planeadas y todo se complicaría, tal vez cuando ella fuera a dejarle las cosas olvidadas, se sacarían las caretas, ya que tampoco descartaba la posibilidad que delante de Ricardo no le haya quedado otra alternativa que fingir. Aproximadamente una hora más tarde el timbre de la casa sonó y Alfonso abrió la puerta encontrándose a Anahí con sus cosas del otro lado.