Sweet Obsession.

Capítulo 5.

Zayn me liberó de sus brazos y permaneció de pie frente a mí. Por la expresión que apareció en su rostro parecía estar esperando a que le lanzara un par de gritos, pero la verdad es que no pude hacerlo. Su abrazo me arrancó todas las fuerzas que me quedaban.

-No voy a hacerlo.

-¿A qué te refieres?

-No voy a gritarte. Eres un idiota por montar ese numerito, pero gracias a eso has conseguido tranquilizarme. Me siento en deuda contigo.

Esta vez, una sonrisa llena de ilusión iluminó la cara de Zayn. El borde de su lengua asomaba entre sus dientes, y las pequeñas arrugas de sus ojos provocaron que estos se achinaran con el movimiento.

-Ahora, por favor, ¿puedes llevarme a casa?

-Por supuesto. -contestó por último Zayn.

Montamos al fin en el coche y Zayn encendió la radio. Comenzó a sonar "Let Me Love You" de Mario. Quise parecer disimulada, pero en ese momento me pareció algo imposible. Zayn estaba cantando.

Me quedé perpleja. Mis ojos no podían apartarse de aquel chico. Su voz era dulce y profunda, con un fondo increíble. Mi piel sufrió una leve elevación. Sus ojos, entrecerrados en las notas altas, permanecían clavados en la carretera. Creo que no era consciente de que estaba tarareando más alto de lo que se imaginaba. Nunca había oído a nadie cantar así. Era realmente maravilloso.

-No sabía que cantabas. -dije con un poco de culpa tras ver una expresión de sorpresa en su cara. También, un leve rubor subió hasta sus mejillas.

-Me has conocido esta mañana. Hay muchas cosas que no sabes de mí. -dijo entre vergonzosas risas.

No podía discutirle, en eso llevaba razón.

-Pero sí, me gusta cantar. Bueno, tararear más bien. Si algún día te apetece acudir a un concierto mío, la ducha de mi casa es totalmente gratis.

-De veras lo digo, creo que deberías cambiar las técnicas para ligar. Son espantosas.

Zayn volvió a sonreír negando con la cabeza. Captó mi idea, por lo que no volvió a abrir la boca nada más que para tararear casi todas las canciones que sonaban en la radio. Realmente, me gustaba verle así. Tranquilo, haciendo algo que se podía notar que le encantaba. Y yo, maravillada, solo se me ocurría permanecer en silencio escuchándole. Observando cada detalle de él.

El camino de vuelta parecía eterno. No había ni un solo alma en la carretera, solo nosotros y el viejo Volvo.

-¿Qué hora es? -pregunté.

-Las 6 de la mañana. En pocos minutos habrá amanecido.

Resoplé y me dejé caer sobre el respaldo del asiento.

-Déjame aquí. -indiqué mientras me desabrochaba el cinturón.

-¿Vives aquí? -preguntó Zayn inspeccionando desde la ventana las vacías calles.

-Un par de calles más alante, pero mi madre entra a trabajar a esta hora, y si me ve contigo me sometería a uno de sus famosos interrogatorios, y ahora lo único que me apetece es dormir. No te lo tomes como algo personal.

-Está bien, pero te dejo en la siguiente calle, no en esta.

Tras los últimos kilómetros, paró el coche donde indicó. Me bajé de aquel trasto impecable y, para mi sorpresa, en vez de emprender el camino hasta mi casa, me quedé pensativa frente al vehículo. Zayn, al verme, salió del coche preguntando si pasaba algo.

-Cuando le pegaste a aquel chico dijiste algo de "repetir lo mismo de hace un par de años". ¿A qué te referías?

La cara de Zayn se tiñó de blanco. Su cuerpo se congeló en el sitio y apartó la mirada. No sé qué había pasado, pero por su reacción, no algo bueno.

-Vete a casa. -contestó.

-Zayn, te he hecho una pregunta.

-Vamos, tienes que dormir. Estás cansada y no sabes lo que dices.

-¿Ahora me tomas por una paranoica? Dijiste eso, Zayn. ¡Lo dijiste! ¡Sólo te estoy preguntando el maldito por qué!

-Lo siento. No sé de qué estás hablando.

Se metió a toda prisa en el coche y arrancó el motor. Las ruedas giraron sobre sí mismas y, tras esto, se perdió entre los primeros rayos de luz de la mañana.