Capítulo 9.

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-Gracias por haber venido. -dijo el chico que estaba sentado en frente mía con una mirada totalmente sincera. -Sé que te saco de quicio, que me comporto como un estúpido y que te acabo de conocer y ya me he metido en una pelea, pero ha significado mucho para mí el hecho de que hubieras aceptado a venir.

-Es lo máximo que podía hacer. Y es cierto, me sacas de quicio, pero a veces, ni siquiera yo me aguanto a mí misma. Es difícil, soy difícil, y lo sé. No he sido un encanto de persona desde que nos conocimos, y creo que te debo una disculpa. Por todo, más bien.

Cogí aire y, sin darme cuenta, una lágrima fría cayó por mi mejilla. Agaché rápidamente la cabeza, pero se dio cuenta.

-Jane. -dijo Zayn. -No pidas perdón por ser como eres. Puedes parecer fría, pero el hielo también quema.

Con eso último, consiguió dejarme sin palabras. Zayn extendió sus dedos y me levantó el mentón suavemente. Su mirada profunda volvió a conseguir que me recorriese el mismo escalofrío de la primera vez. Esta vez, una sonrisa apareció de repente en su boca. No lo sabía, pero yo también estaba sonriendo.

Pasaron 2 horas y no me di cuenta. El tiempo se me hizo demasiado corto. Zayn y yo hablamos de mil cosas, tonterías en mayoría, pero me sentía realmente bien con él. No dejaba de actuar como un idiota de vez en cuando, y yo le contestaba como de costumbre, pero supongo que era nuestra forma de entendernos. Él y yo, nada más.

-¿Sí? -descolgué el teléfono que vibraba encima de la mesa.

-Jane, ¿dónde estás? Acabo de llegar a casa y no había nadie.

-He salido a dar una vuelta con un amigo, mamá.

Miré de reojo a Zayn, quien sostenía una sonrisa de medio lado con la lengua apoyada entre los dientes.

-¿Y Santana? ¿Ya no quedas con ella? -preguntó inesperadamente.

-Sí, claro. Justo hoy hemos ido de compras. También me invitó a comer.

-Vaya... Le habrás dado las gracias, ¿no? -dijo mi madre antes de soltar una risita floja.

-¡Mamá! -repliqué riéndome también. -Será porque no hacemos cosas la una por la otra... -suspiré.

-Oye, sigo aquí.

Mi mirada volvió a encontrarse con la sonrisa torcida de Zayn, justo en el mismo instante que le indiqué silencio presionando mi dedo índice en vertical contra mi boca.

-¿Quién es ese chico? -preguntó mi madre al otro lado del teléfono. -No me suena su voz.

-Es... -comencé a ponerme nerviosa. -Es un amigo de Santana. Me lo presentó ayer en la fiesta.

-¿Y has quedado solo con él? Mmm...

-¡¡Mamá!! ¿Qué te digo siempre sobre tus interrogatorios? Por favor...

-Está bien, está bien. -contestó entre varias risas. -No te entretengo más. No vuelvas tarde, ¿vale?

-Vale. Luego te veo. Adiós.

-¿Todo bien? -preguntó Zayn mientras volvía a colocar el teléfono sobre la mesa de madera.

-Sí. Pero la próxima vez hazme el favor de disimular que quieres que mi madre oiga tu harmoniosa voz, por favor.

-¿La próxima vez? ¿Vamos a volver a quedar?

-Eh... No sé... Pero era una forma de hablar... -dije con cierto nerviosismo.

-Ya lo sé, estaba bromeando. Aunque si quieres volver a repetir... -y volvió a aparecer esa sonrisa torcida.

-Quizás creas que no va en serio, pero mi madre se vuelve una total agente del FBI cada vez que me ve con alguien desconocido, y me resulta muy incómodo...

-Está bien. No vuelvo a meter la pata nunca más, lo prometo.

Cuando salimos del bar ya había anochecido, así que Zayn se ofreció a llevarme a casa.

-No hace falta. Vivo ahí al lado.

-No te he preguntado, te he dicho que te llevo a casa. ¿Quieres que discutamos? En realidad, aunque nos gritásemos te llevaría igualmente.

Agaché la cabeza al darme cuenta que una sonrisa tonta apareció de repente en mi cara. Me daba vergüenza que llegase a descubrir el poder que ese chico tenía en mí.

-Tú ganas... Como siempre.

Me monté en el asiento que ya conocía. Por alguna razón sentía que no iban a ser pocas las veces que pisara ese coche... Al cabo de unos minutos, Zayn aparcó el coche en la parte trasera de mi casa.

-Bonita casa.

-Estás mirando el culo de la casa, Zayn. No es bonito.

Oí una fuerte risa procedente de sus labios antes de mirarle. Lo dije totalmente en serio.

-Bueno, pues muéstrame la parte delantera, ¿no?

No entendí muy bien la situación: Zayn quería que ejerciese de guía para enseñarle la fachada de mi casa. De todas formas, su mirada tenía un brillo especial, como llena de ilusión, así que no pude negarme a ello.

-Y bien, esta es mi casa. Con sus ventanas y su porche.

-¿No tienes chimenea? -preguntó.

-Eléctrica.

-Vaya... Interesante. -dijo sonriendo. -Ahora sí, bonita casa.

-Gracias. -contesté con una sonrisa. -En fin... Será mejor que entre ya.

-Sí, yo también tengo que irme. Pero antes... -Zayn humedeció su labio inferior con la punta de su lengua y, acto seguido, pasó su dedo pulgar por el mismo. -Lo siento.

-¿Por qué? ¿A qué viene eso ahora?

-Por haber conseguido tu número de esa forma.

-¿Qué? ¿De qué forma? ¿De qué hablas, Zayn?

-Eh... Cuando te dije que dejaras de beber en la fiesta... Saqué tu móvil del bolso y apunté tu número. Sabía que si te lo pedía no me lo darías, así que me aproveché de tu estado, (y de que probablamente más tarde no lo recordarías) y lo hice.

-Estás completamente loco. -repliqué. -Pero creo que lo más justo es que ahora me dejes tú a mí apuntar el tuyo.

-Estoy de acuerdo. -sonrió.

-Bueno, ¿alguna otra cosa que confesarme antes de entrar, o ya lo dejas para la próxima?

-La verdad es que me queda una última. -contestó Zayn.

-Te escucho.

Pero no habló. Se abalanzó sobre mí y me rodeó la espalda con sus apretados brazos. Apoyó su cabeza en mi hombro mientras su pelo rozaba mi mejilla haciéndome cosquillas.

-Gracias. Por ser quien realmente eres conmigo. -aclaró antes de separarse de mí.

Me dejó sin palabras, y él pudo notarlo. Se despidió de mí y emprendió el camino hacia su coche, pero le agarré el brazo antes de que se marchase.

-Gracias a ti. -dije, y le besé la mejilla.

Sweet Obsession.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora