Capítulo 13.

130 14 0
                                        

-¿Puedes por favor no ignorarme? ¡JANE! ¡Te estoy hablando! 

-Por favor, suéltame. No soy muy buena en decir las cosas, y una vez que lo hago no quiero enfrentarme a lo que pueda pasar. Llámame cobarde, lo que quieras. Tu opinión no me importa lo más mínimo.

-Escúchame -dijo reteniendo mi brazo nuevamente. -No sé quién te habrá contado el qué sobre mí, pero te puedo asegurar que es mentira.

-¿Pero cómo puedes ser tan falso? Nadie me ha contado nada. A nadie le ha hecho falta. Solo te hizo falta a ti mismo, así que por favor, deja de hacer el imbécil con esa faceta de ''chico ideal'' y suéltame.

-Te parezco el chico ideal, ¿eh?

Una fuerte bofetada salió de mi mano directa a la mejilla de Matt dejándole un curioso dibujo un tanto rojo. 

Matt llevó directa la mano a su cara mientras realizaba seguidas muecas con la boca y los ojos. Me quedé justo delante de él, de piedra, esperando que el golpe no provocase mayor daño. No sabía qué hacer y mi reacción fue arrepentirme. Justo cuando me estaba disculpando apareció Johanna con cierto terror en la cara.

-¿Pero qué demonios ha pasado aquí?

-¿Jane? ¿Se puede saber qué has hecho? -preguntó mi madre a gritos a medida que se acercaba a nosotros.

-Lo siento. De veras, lo siento. No sé qué me ha pasado.

-Esto está claro. Pero, ¿cómo se te ocurre? ¿Qué diablos ha hecho este chico para que te pongas así?

-Nada, mamá. He pedido perdón. Déjalo ya.

Salí de aquel sitio y me dirigí escaleras arriba sin saber adónde pararía con la esperanza de encontrar algún hueco oscuro en el que poder sentarme y meter la cabeza entre las rodillas. Solo así podría calmarme lo suficiente para no volver a hacer otra tontería.

Entré en una pequeña habitación, algo así como un futuro ropero donde se suelen guardar los zapatos y demás. No quise pararme a pensar para qué sirviría, solo quería entrar y poder calmar mis nervios. Desgraciadamente no alejaba el sonido, y podía escuchar perfectamente las conversaciones de las personas que se encontrasen abajo. Mi madre y Johanna, en este caso.

-Te juro que ella no es así. Algo ha tenido que enfurecerle mucho para que la mejilla de Matt pagase las consecuencias.

-Lo sé, bueno, eso quiero creer... Jane siempre ha sido un encanto de niña. Quizás sea la adolescencia, suele perturbar mucho.

-Iré a hablar con ella. Será mejor que le pongas un poco de hielo a tu hijo.

Cerré los ojos y suspiré tras apoyar la cabeza contra la pared una vez que estaba sentada en el suelo. No estoy perturbada. Puede que haga tonterías como cualquier otro adolescente, pero no es perturbación. Más bien es ira, y la mínima idiotez ha hecho que explotase de una vez por todas. No entendía por qué las madres no nos dejaban en paz y nos daban la oportunidad de hablar esto entre nosotros. Bueno, la verdad es que yo no quería hablar nada, pero se supone que es lo que hay que hacer. Se supone que somos lo bastante mayores para solucionar las cosas sin que haga falta que nuestras madres, o más bien mi madre, se entrometiese. Aunque a decir verdad, el hecho de que saliese corriendo de allí y estuviera metida en un ropero intentando que mi madre no me encontrase no es de ser muy adulta. Si quería que empezasen a tratarme como tal, tenía que empezar a actuar como tal. 

Salí de ese sitio que empezaba a parecer una sauna y bajé las escaleras. Antes de pisar el suelo de la planta baja, mi madre se topó conmigo.

-Jane, ¿estás bien? ¿Dónde te has metido?

Sweet Obsession.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora