Capítulo 2.

406 21 2
                                    

Me levanté a duras penas del suelo, ya que podía notar el leve pero angustioso dolor en mis músculos debido al estúpido accidente. Me coloqué justo delante de Zayn. Esta vez su mirada estaba aún más cerca de la mía, y pude notar cómo mi estúpida respiración se entrecortaba.

-Bonito nombre. -dije para romper el silencio tan molesto que se había creado.

-Gracias. Qué pena que no pueda decir lo mismo. -soltó una suave carcajada.

-Era un simple cumplido. No soporto a la gente que se cree más de lo que ni siquiera llega a ser. -me quejé.

-Tranquila, señorita Thompson. Guarda esas garras para otras ocasiones un poco más... Picantes. -susurró a centímetros de mi oído en un tono realmente tentador antes de soltar una serie de carcajadas molestas.

-Eres un cerdo, y un estúpido.

-El placer es mío. -contestó con una sonrisa de medio lado demasiado burlona.

Volvió a crearse un molesto silencio cuando mantuve la mirada de Zayn durante unos segundos, pero esta vez mi respiración entrecortada no era la protagonista. Intentaba transmitirle todo el odio que sentía hacia él en ese momento.

Un acto reflejo provocó que llevase la mano directamente a mi bolsillo para mirar la hora en mi móvil, lo que hizo que mi cuerpo se elevase en un gran salto inmediato.

-¡MIERDA! ¡MIERDA!

-¿Qué te pasa ahora? -me preguntó Zayn poniendo los ojos en blanco.

-Nada que pueda interesarte.

-Algo te ha irritado, y esta vez no he sido yo. Vamos, me interesa.

-Zayn, no sé qué ha sido todo esto, pero tengo que irme.

-Oh, venga. No pensarás dejarme aquí solo, ¿verdad?

-¿Tú qué crees? -dije mientras me giraba para retomar el camino a casa y olvidar ese maldito momento desde la caída.

-¿Que qué creo? Yo solo creo que he conseguido acelerar tu respiración de una forma excesivamente extraña en un tiempo mínimo de dos segundos, y en mi opinión, creo que esa es una razón más que suficiente para añadir tu número a mi lista de contactos.

Sus palabras hicieron que me congelara en el sitio, sin poder avanzar un paso más.

Unos ligeros pasos avanzaron hacia mi espalda hasta parar en seco.

-Quiero volver a verte.

-Vaya, qué pena que no pueda decir lo mismo. -dije por última vez antes de comenzar a caminar y deshacerme al fin del extraño y arrogante pero a la vez irresistible chico.

Corrí tanto como pude para llegar lo más rápidamente a mi casa. Me apresuré a meter la llave en la cerradura, y cerrar la puerta a mis espaldas. No pude evitar desplomarme en el suelo resbalando la espalda por la fría madera. Cogí un poco de aire intentando recomponerme, y fui directa a por agua a la cocina. Pensaba bebérmela, pero mis pensamientos cambiaron el rumbo en el último momento y me la eché por la cara. Subí las escaleras hasta llegar a mi cuarto, donde abrí el armario y saqué, o más bien tiré, el vestido negro de la percha. Me quedaban apenas 5 minutos para llegar a tiempo a casa de Santana, y después de haber sufrido el momento anterior, lo último que quería era escuchar los gritos de mi amiga estallando en mi cabeza.

Bajé las escaleras lo más rápido que pude, arriesgándome a caer rodando por ellas. Las odiaba.

Di un portazo detrás de mí y puse en funcionamiento mis piernas, quienes parecían suplicar compasión.

Sweet Obsession.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora