Capítulo 1.

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Hola, les traigo un nuevo fanfic...

No tengo mucho que decir, sólo que espero que les guste.

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Maldecía mentalmente a sus padres por haberlo enviado como castigo a un pueblo que parecía vivir décadas atrás y en otros casos siglos, no comprendía cómo no podía haber un maldito servicio de internet aunque fuera sólo un lugar al que tenía que pagar por utilizar una computadora para comunicarse con sus amigos, él tal vez había sido a quien peor lo castigaron, claro, sus amigos no habían chocado el auto de sus padres, ni se habían escapado esa precisa noche a carreras clandestinas en la ciudad y por eso no los habían enviado a un pueblo tan anticuado, que si querías una rápida movilidad debías hacerlo dentro de una carreta y para los más "pobres" sobre un caballo alquilado, aunque para él hacerlo sobre un caballo era mucho más rápido que esas carretas o "carruajes" como había visto, él no acostumbraba a nada de eso, parecía que el pueblo estaba en un proceso de identificación en el tiempo, porque a duras penas tenían radios y teléfonos convencionales en algunas casas, sólo había una tienda que brindaba el servicio a todo el pueblo y era por aquel teléfono por el que sus padres se comunicaban con él, porque ellos se habían asegurado de que él tuviera un lugar en el cual vivir, pero se habían olvidado del maldito teléfono haciéndolo salir cada mañana a las siete en punto para contestar sus llamadas que le recordaban que él estaba ahí por un castigo, así de aburrido era el pueblo, en la semana que había estaba ahí consideró varias veces el suicidio, pero se alentaba diciendo que sus padres pronto irían a su rescate o le dirían mediante una llamada que tomara un carruaje hasta la estación de tren que quedaba a más de veinte millas del pueblo porque él al ser todavía menor de edad todavía estaba dependiendo de sus padres, y ese pueblo era demasiado para él.

Se acostó una vez más en su cama viendo al techo, no había salido más de lo necesario en ese pueblo porque no le parecía interesante y ya comenzaba a desesperarse, quizás las cárceles eran más interesantes que eso, él incluso estaba deseando haber ido a un reformatorio en lugar de ese lugar, tal vez si los prisioneros estuvieran ese lugar también elegirían ir a un reformatorio, no sabía cómo sus padres habían logrado encontrar ese lugar, pero había sido su decisión perfecta para castigarlo.

—Joven Min Ho, su comida está lista.

—Ahora bajaré.

Respondió sin verla más de lo necesario, si algo iba a agradecer a sus padres era que él no tuviera que preparar su propia comida, de caso contrario ya estaría muerto si no era porque se olvidaba de comer, era por su mala preparación de los alimentos. La mujer se retiró de su habitación y él suspiró sentándose en la cama, sabiendo que al momento que bajara no tendría que ver más de lo necesario a la mujer porque ésta le había pedido que así fuera cuando él llegó, según lo que ella le explicó eran reglas del pueblo, nadie podía observar demasiado a una mujer si ésta era casada y mucho menos si no llevaba su velo sobre la cabeza que cubriera un poco su rostro, para Min Ho era exageraciones porque las personas ahí de verdad parecían estar perdidos de época y lugar, porque las mujeres usaban vestidos largos, recatados y al igual que los hombres que sólo les faltaba una espada para haber regresado a la época medieval o eso creía él debido a sus vestimentas, esa era una de las razones por las que él no estaba saliendo de casa también, porque al ser el único que no vestía igual que todos llamaba demasiado la atención, o tendían a confundirlo con aquellos choferes de carrosas que vestían un poco más como él, pero eso se debía a que ellos salían del pueblo, nada más.

Observó a su móvil que estaba por morir por sexta vez en la semana porque incluso antes de haber llegado ahí había perdido la cobertura y casi todos los juegos que tenía en el móvil requerían internet y los que no, eran demasiado aburridos como para querer continuar jugándolos luego de un día entero haberlo hecho. Ni siquiera le prestó atención a que su móvil necesitaba batería, sino que bajó de la habitación para comer lo que fuera que la mujer a cargo de la casa hubiese preparado porque incluso había algunos platos bastante extraños en su mesa cada día, aquel pueblo era un real caos para él.

Pequeñas Travesuras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora