Oscuridad; era difícil salir de ella. Pero un olor fuerte y familiar se le metió por la nariz. Café. Sí. Fuerte y bien hecho. Hinata se retorció en la cama. Primero estiró los brazos y después las piernas.
Suspiró al sentir el agradable dolor.
-... en una hora... sí... allí estaremos...
Se incorporó de golpe al reconocer aquella voz d barítono. La cabeza le daba vueltas. Sentía una palpitación entre las piernas. Cerró los ojos y salió de la cama hasta que sus dedos descalzos tocaron el suelo enmoquetado. «Cálmate», se dijo a sí misma. No podía entrarle el pánico.
La luz del sol brillaba en el salón, y tuvo que entornar los ojos al entrar. Él estaba de pie junto a la ventana, con su cabeza y la mano apoyada en el marco de la ventana.
-Buenos días -murmuró ella.
Él se volvió y sonrió.
Hinata dejó su café en una pequeña mesa redonda junto al escritorio y se sentó en una silla. Naruto se acercó y le dio un beso en la frente.
-¿Has pedido que traigan aquí toda la cocina? -preguntó ella.
-Quería asegurarme de pedir lo que te gustara.
Hinata se sonrojó al recordar cómo se había acurrucado contra él después de múltiples orgasmos diciendo «por favor»
Él también parecía recordarlo; recordaba la satisfacción de amar a su amante durante toda la noche. Se le puso la piel de gallina al recordar todo lo que habían hecho: los besos, la risa, los besos, comer queso y uvas sobre la alfombra, los besos...
Habían hecho el amor hasta que Hinata creyó morir de felicidad. Y horas antes de levantarse, cuando ella se había acurrucado y le había pasado una pierna por encima de las caderas, Naruto le había vuelto a hacer el amor lentamente mientras le susurraba palabras que sólo ella podía soñar.
-¿Te hice dañó anoche? -preguntó él.
Con una sonrisa, Hinata tiró del cuello de su pijama y le mostró con un mordisco.
-Eso tiene que doler.
-Pero de una manera agradable -dio un trago a su café y dejó la taza en la mesa-. ¿Qué?
Naruto la miraba de un modo extraño.
-¿Qué?
-Anoche me rogaste que te poseyera.
-¿Y?
-Y me gustó.
Hinata sintió un vuelco en el estómago. De pronto se le secó la boca al recordar cómo la había besado.
-Naruto, esto será muy complicado en Chicago.
-No tiene por qué serlo.
-¿Crees que podemos seguir con esto?
-Nos tocamos. Hicimos el amor cuatro veces en una noche.
-¿Crees que a partir del lunes podrás parar?
-¿Qué sugieres?
-Nadie tiene por qué saberlo. Y mi sugerencia es que continuemos.
-Continuar -repitió ella.
Naruto se apoyó en la ventana y golpeó el alféizar.
-Juro que nunca había visto nada más adorable que tú, desnuda. Tus pechos.
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Un pacto con el jefe.
FanfictionLa había deseado durante mucho tiempo, pero se había privado de su compañía. Ahora, por fin, Naruto Namikaze tenía a su secretaria donde quería, la había convencido para hacerse pasar por su amante mientras negociaba el trato de su vida. Y cuando la...