Capítulo veinte. (Final)

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Lean abajo porfavor 😘😚


Solo en las oficinas de Fintech, inmóvil en su sillón, Naruto miraba por la ventana.

La decimonovena planta estaba vacía. Eran las tres de la mañana. Pero de ninguna manera regresaría solo a su departamento esa noche. Su ático nunca había parecido tan frío ahora que Hinata Hyuga se había marchado. Las sábanas olían a ella. Había encontrado un lápiz de labios bajo el lavado y jamás se había sentido tan triste. La soledad era devastadora. Había salido de su casa y allí estaba, en su santuario. El lugar donde evaluaba sus pérdidas y maquinaba sus regresos. El lugar donde, durante el último mes, había pasado incontables horas mirando al vacío y pensando en una mujer de pelo negro y ojos perlados. Y ahora miraba por la ventana, cegado por las luces de la ciudad, y se decía a sí mismo que no le importaba.

Se decía que, en un mes, se habría olvidado de Hinata Hyuga.

Se decía que aquello era una obsesión y nada más, que aquel dolor que sentía dentro no era nada. Y por enésima vez se dijo a sí mismo que no la amaba.

Pero era mentira. Una farsa.

Hinata había conseguido el dinero que necesitaba. Su trato había culminado en la fiesta de Fintech y él se había quedado con una sensación de pérdida que no lograba quitarse de encima.

Naruto, te amo.

No lo había había dicho con esas mismas palabras, pero en su mente sí lo había hecho. Y él jamás había oído palabras más dulces, más devastadoras. Porque de pronto deseaba ser un hombre capaz de amarla como se merecía.

La había deseado desde el principio. Era un hombre acostumbrado a seguir su instinto, y lo hacía sin darse cuenta. Sabía lo que buscaba cuando compraba acciones. Y desde el principio había sabido que deseaba a Hinata en su cama, bajo su cuerpo. Pero ahora, tan claro como el cristal que tenía delante, sabía qué más deseaba de ella.

Lo deseaba todo.

Deseaba un millón de bailes y el doble de sus sonrisas. Deseaba verla en su cama, verla despertarse, encontrarla acurrucada a su lado.

La deseaba con un bebé en brazos. Con su bebé. Su mujer. Su esposa.

Había estado solo toda su vida, persiguiendo aventuras sin sentido, convenciéndose a sí mismo de que era suficiente. Todo había cambiado. Casi imperceptiblemente, desde el día en que había contratado a Hinata Hyuga.

Ahora le había roto el corazón antes incluso de que ella se lo hubiera entregado.

Salió del despacho y se dirigió al escritorio de Hinata. Sus cosas aún estaban allí. Escudriño la superficie. Todo ordenado, tan propio de ella. Gimió y se dejó caer en la silla.

Su rechazo le resultaba extremadamente doloroso. Ni siquiera el día en que Sakura Haruno lo había mirado desde la cama de su padre había sentido tanto dolor.

¿Qué diablos deseaba él?

Mientras pasaba la mano por la superficie de madera, lo supo. Supo lo que Hinata deseaba. Había estado pidiéndoselo. Había estado seduciéndolo, encantándolo, haciendo que la amara y la necesitara. 

Y Naruto ya ni siquiera recordaba por qué no la había creído merecedora de todo aquello. ¿Porque era una mujer, como Sakura? ¿Por qué había pensando que su cama sería suficiente para todo lo que a ella le faltaba? ¿Tan despiadado era que le negaría la posibilidad de tener una familia?

Un pacto con el jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora