Se casaron tres meses antes de que naciera el bebé. Mientras caminaba hacia el altar, con la música inundando las paredes de la iglesia, Hinata sólo tenía los ojos para el hombre alto que la esperaba al final del pasillo.
Estaba segura de que nadie que la observara sería ajeno al modo en el que la miraba. Y mucho menos ella.
Compartieron una sonrisa. Entonces su padre le soltó el brazo.
Poco después Naruto le quitó el velo de la cara y la miró fijamente a los ojos. Sus manos se encontraron y sus dedos se entrelazaron.
Cuando Naruto dijo sus votos, Hinata sintió que empezaban a escocerle los ojos. Para cuando el cura los declaró marido y mujer, estaba preparada para que la tomará entre sus brazos y la besará.
Y la besó. El cura se aclaró la garganta. Los asistentes aplaudieron y silbaron. Y él seguía besándola.
Hinata por fin respiró tranquila cuando estuvieron sentados en la parte atrás de la limusina. Se abrazaron el uno al otro y un intenso torrente de deseo recorrió su cuerpo. Había tenido aquella absurda idea de no volver a acostarse hasta estar casados, y se moría por sentir sus caricias.
Mientras se besaban, su marido ya intentaba quitarle el velo.
-Ahí vamos -dijo Naruto-. Disfruta del vestido porque te aseguro que te lo vas a quitar pronto.
Hinata se recostó en el asiento y se acurrucó junto a él.
-Nunca pensé que estos vestidos pesaran tanto -dijo.
-Ven aquí, esposa -respondió él, y la acercó a su cuerpo mientras la limusina arrancaba. Mientras avanzaban, Hinata comenzó a mirar por la ventanilla y suspiró. Era agradable sentir sus brazos alrededor. Era agradable ser sus esposa.
Naruto le puso la cabeza sobre su pecho con una mano y deslizó la otra sobre su tripa hinchada. Hinata había observado que, cuanto más crecía, más lo hacía.
-¿Cómo está hoy mi pequeña niña? -preguntó él.
-Vamos a tener un niño -respondió ella-. Un niño guapo y deslumbrante como su padre. Una niña no daría las patadas que da éste, confía en mí.
-Tu hija seguro que sí, Boruto no viene por ahora, en el segundo embarazo sí -dijo Naruto con una carcajada-. Y mi instinto me dice que vamos a tener una niña. Ella dirigirá mi imperio conmigo.
Hinata sonrió contra su pecho y deslizó una mano por su camisa hasta encontrar la cruz que colgaba de su cuello.
-Mi padre sigue preguntándome cuántos nietos pensamos darle. Está obsesionado con que al menos quiero tres.
-Oh, cariño -dijo él-. Tu padre puede estar seguro de que trabajaremos en ello día y noche.
-Ha cambiado mucho, Naruto -admitió ella.
-Su trabajo en Namikaze ha sido impresionante, Hinata. Incluso Kiba está asombrado.
-¿Y tú?
-Yo me he visto obligado a decirle: Te lo dije.
Ella se rió y se acurrucó más cerca de él.
-Gracias por creer que la gente puede cambiar. Y por perdonarle por la mentira que te contó en el hospital.
-Sólo estaba intentando protegerte; aún no me conocía, y lo respeto. Tu padre se merecía una segunda oportunidad, Hinata. Todos nos la merecemos.
-Me alegra que haya puesto todos sus esfuerzos en conseguirlo. Y estoy orgullosa de ti por ser capaz de dejar atrás el pasado y salvar la compañía.
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Un pacto con el jefe.
FanfictionLa había deseado durante mucho tiempo, pero se había privado de su compañía. Ahora, por fin, Naruto Namikaze tenía a su secretaria donde quería, la había convencido para hacerse pasar por su amante mientras negociaba el trato de su vida. Y cuando la...