Capítulo doce.

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Hinata amaba México.

Había algo deliciosamente decadente en el tiempo que pasaron juntos los días siguientes, visitando tiendas, comiendo en restaurantes, paseando por la ciudad.

Esa tarde, al entrar en el museo Marco, se quedó asombrada. Aquél era un lujo que nunca antes se había permitido. Apenas se había permitido salidas para relajarse o para estimular la mente; siempre estaba demasiado consumida por las preocupaciones.

Ahora caminaba por entre los cuadros, sintiendo la presencia de Naruto junto a ella, y era como si hubiera entrado en una realidad alternativa.

Por la noche Naruto la llevó a cenar a un pequeño café a pocas manzanas de la plaza de la ciudad. Tras la cena, pasearon del brazo por entre la gente. Jamás se había sentido tan segura. Por primera vez en su vida se sentía protegida.

Durante el camino d vuelta al hotel, vio como Naruto la miraba con aquellos ojos y aquella sonrisa perversa. Y una voz en su cabeza los acompañó hasta la suite.

«Esto es real, Hinata», pensaba. «¿Puedes hacer que se dé cuenta?».

No, dudaba de que pudiera. Él veía l mundo con los ojos de un mujer. Mientras que ella lo contemplaba con ojos de mujer.

Mientras luchaba por controlar sus emociones, Naruto le agarró la barbilla con los dedos y le echó la cabeza hacia atrás.

-¿Sabes con quién juega tu padre?  

-No lo sé.    

Naruto no había abandonado el tema de su padre durante días. Era como si quisiera evitar el tema de su propio padre y en vez de eso se centrara en solucionar los problemas del suyo.

-Dijiste que el juego te ha puesto a ti en esta posición -dijo mientras se quitaba la camisa-. En esa cama que hay detrás de ti. En mi cama. ¿Lo decías en serio?

-Creo que he acabado aquí por mí misma -contestó ella tras considerar la pregunta.

Se quitó el jersey y el sujetador. Incluso en la penumbra, vio como Naruto apretaba la mandíbula. El hecho de que su desnudez le excitara hizo que sonriera y se acercara más a él. Le puso las manos en el pecho y las deslizó hacia arriba.

-¿Qué dice usted a eso, señor Namikaze? -preguntó.

Con una liberación lenta, Naruto giró la cabeza hacia ella. Comenzó a acariciarle la espalda mientras le besaba la mejilla.

-Digo que es usted la mujer más sexy que he visto, señorita Hyuga. Y quiero que me prometas que, pase lo que pase entre nosotros, acudirás a mí si tu padre vuelve a tener problemas.

-No, Naruto.

-Sí. Te obligaría a darme tu palabra de que no pagarás deudas que no son tuyas, pero sé que es injusto pedirte eso. Te sientes responsable de él. Lo respeto.

Ahora no por favor, entiende que yo me siento responsable de ti.

-Pero no lo eres.

-Eres mi empleada.

-Tienes miles de empleados.

Le acarició los pezones con los nudillos y su cuerpo se incendió por dentro.

-Pero sólo uno de ellos ha sido mi amante.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Hinata estaba dispuesta a rendirse. Sólo deseaba un beso. Casi podía oír los segundos pasar a medida que su tiempo juntos se acababa.

Un pacto con el jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora