¿De nuevo? (maratón 2/3)

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Caleb se había despertado antes que yo. O nunca se había dormido, no lo sé. Según me dijo después, el viaje había durado casi dieciséis horas. Así que casi seguro se había dormido, pero— como dije— él había despertado primero porque, cuando me digné a abrir los ojos luego de haber dormido como una morsa él se había cambiado la ropa y parecía que se había dado una ducha, porque olía a jabón.

—si quieres puedes darte un baño, aterrizaremos en una hora— me dijo cuando vio que estaba consiente.

—está bien— me desperecé.

En realidad, ahora que lo veía, estaba en una cama. Probablemente Caleb me había movido a la habitación privada del avión mientras dormía. Era claro que mi sueño era pesado, porque si no me habría despertado cunado él me cargó.

Caleb me dijo dónde estaba el baño y cómo encender la ducha con panel electrónico— que era demasiado moderna para alguien como yo— para luego salir y dejarme privacidad.

Estaba bastante sorprendida por el cambio de Caleb en estos últimos dos días. También yo había hecho un esfuerzo. Tranquilamente podría haber intentado escapar o no darle una oportunidad luego de su treta respecto a Ian.

No tardé mucho en la ducha. Cuando salí, me percaté de mi falta de ropa limpia. La anterior no estaba sucia, así que podría ponérmela, pero cunado revisé sobre la tapa de inodoro en su busca, ésta ya no estaba.

Salí del baño— que estaba conectado a la habitación— e intenté pasar desapercibida a los ojos de Caleb que estaba en la otra punta. Para mi desgracia, cuando abrí la puerta no vi la pata de una mesa pegada a ésta e hice ruido cuando la golpeé con el dedo pequeño del pie. ¿Por qué siempre era el mismo dedo, pueden explicarme?

—¿Estás bien?— Caleb se giró y me observó.

Mi cara— ya colorada por el agua caliente que había usado en la ducha— se puso incluso más roja, de ser posible, al ver cómo Caleb me miraba. Sus ojos recorrieron mi cuerpo y me llené de sensaciones contradictorias. Su mirada expresaba lujuria, lo que me hacía sentir poderosa frente a cómo lo ponía, pero— por el otro lado— esa misma lujuria me daba mucho miedo.

—Sí— finalmente le contesté. Estaba cohibida bajo su mirada— sólo estaba buscando algo de ropa.

—Te traeré algo. La temperatura bajó mucho así que será mejor que te pongas unos pantalones largos y no los shorts de antes— me dijo.

—Está bien, gracias.

Caleb salió de la habitación y en ese momento el aire— que no sabía que no tenía— volvió a mis pulmones. No tardó mucho en volver a la habitación, trayendo unos pantalones de chándal de deporte y una camiseta ajustada de maga larga.

Mi corazón se disparó cuando el hombre se acercó para entregarme en la mano la ropa. Casi me da un paro cardíaco cuando se acercó demasiado cerca, lo suficiente como para tocarme sin extender por completo el brazo. Para cuando rozó mi brazo con la yema de sus dedos, me sentí morir de miedo. ¿Había ido derecho a una trampa?

—tan hermosa— Caleb habló tan bajo que me costó entenderlo.

El acortó la distancia, aún más y estaba segura de que mis piernas se convirtieron en gelatina. El miedo recorrió mi cuerpo entero, precipitándose por las venas hasta cada una de mis terminaciones nerviosas.

—tan mía— él volvió al acecho, cerrando por completo el espacio entre nuestros cuerpos.

—por favor, no— intenté no sonar como una damisela al decir esas tres simples palabras. Él me tenía acorralada contra la pared. Nuevamente.

Obsesión TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora