Empresa

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Los ojos se me llenaron de lágrimas y pegué un grito.
—¡Caleb, maldito mentiroso!—Salí del baño, apretando con fuerza el test en mi mano izquierda. El hombre estaba sentado sobre la cama, esperándome—te lo dije, no estoy embarazada— le tiré la prueba a la cara y sonreí con triunfo.
—Esas pruebas suelen fallar, amor— Caleb no le dio importancia a mi felicidad y se paró, sosteniendo la prueba con su mano— sé que estás embarazada, Amira y si no lo estás, no te dejaré salir de la cama hasta que lo estés.
—¿No lo ves, Caleb? Mi cuerpo te rechaza — caminé con tranquilidad hasta sentarme en la silla del escritorio — jamás lograrás que algo que tu metas en mi se quede. Eres como un virus. Mi cuerpo tiene un sistema inmunológico.
—pero yo sí te quiero, Amira. Mi cuerpo si te desea.
—¿Y?
—quiero tener un hijo contigo.
—No, Caleb. ¡Cuántas veces debo repetirte que me dejes en paz!
—puedes decirlo todas las veces que quieras, peor no pasará.
—¿Por qué no puedes amarme? — la voz del hijo de puta se quebró, como si en serio tuviera sentimientos.
—porque las escorias como tú no merecen ser amadas.
Me paré y con paso firme salí de la habitación. Caleb no me siguió, por suerte.
Me quedé en la cocina y me preparé un sándwich. Si iba a estar en esa mierda de casa por tiempo indefinido, al menos iba a sentirme como en casa. O por lo menos, intentarlo.
Salí al patio del fondo y me senté en el húmedo pasto. Algunos pájaros volaban sobre mi cabeza y sentía el sonido de algunos insectos.
Me sentía en paz.
Extrañaba a mi hermano, sin duda, pero otra parte de mi, la parte que no le gustaba reconocer, me hacía sentir en paz porque Caleb no pudiera amenazarme más y que no le hiciera más daño.
—tengo algo para tí— Caleb se sentó a mi lado.
—¿No tienes algo que hacer? Vete.
—tengo que ir a la empresa y tú vendrás conmigo.
—no pienso ir a ningún otro lado contigo.
—de hecho, como todos los días iremos, pensé que tal vez te gustaría trabajar ahí.
—¿Para qué Caleb? Para nada me sirve trabajar si no puedo gastar mi dinero en nada. Un asesino a sueldo me sale demasiado caro.
—chistosita.
Caleb se incorporó y me tendió la mano.
—púdrete.
—vamos, Ami, ¡Arriba!— sin ayuda de mi parte, me paró y caminó tirando de mi hacia el interior de la casa.
—no quiero ir a ningún lado y menos contigo, imbécil.
—¡Vendrás igual! —Caleb perdió la paciencia y me gritó—: te he tenido demasiada paciencia estos días, Amira. Me he cansado de ser paciente cuando lo único que haces es odiarme, ¡No más! A partir de ahora, me harás caso en cada mínima cosa que te diga, me respetarás y sobre todo, aprenderás a amarme.
—ojalá te mueres.
El golpe de su mano en mi cara resonó en las paredes. Sonreí.
—no quiero lastimarte, mi amor — Caleb hizo el amague de abrazarme pero lo esquivé — pero tú y tu carácter no me lo ponen fácil.
—muérete.
Caminé y antes de dar cinco pasos, Caleb ya le había agarrado del brazo, girado y empezado a besar.
Quise vomitar.
—te amo.
—¡Vuelve a besarme sin mi consentimiento y te prometo que te haré las cosas muy difíciles, Caleb!
Caleb me ignoró y en cambio dijo:
—iré a buscarte un abrigo, nos iremos a la empresa.
—te dije que no iría.
—y yo que si, así que agarra lo que necesites porque ya nos iremos.
No dije nada.
Caleb se fue a la habitación de la que habíamos salido. Volvió pocos minutos después con un abrigo negro en la mano y otro marrón.
-ten—me dio el más claro y él se puso el negro.
—no tengo frío y no pienso ir.
Caleb suspiró frustrado, terminó de abrochar su saco y se acercó a mí, abriendo el marrón.
—no hagas las cosas más difíciles— puso la tela sobre mis hombros —abre los brazos.
—no.
—¡Amira!— él agarró mis brazos y los puso por sí mismo en las mangas—pareces una muñequita a la que hay que vestir.
—pues espero ser Annabell, así al menos tú terminas muerto.
—mi niña hermosa...—Caleb agarró mi cara y besó mis labios repetidas veces— tú eres como una Barbie.
—cierra tu puta boca, Caleb.
—vayámonos— el hombre se puso serio y abrió la puerta de la casa—no intentes escapar, Amira, te encontraré.
—lo sé, Caleb.
—y si te escapas...
—lo haré igualmente, Caleb. Ya no me importan las consecuencias.
—deberían.
Caleb abrió la puerta del lado del pasajero y me instó a entrar. Luego, lo hizo él. Arrancó el auto y anduvo en silencio.
—¿Quieres algo de música?
—quiero que te mueras, ¿Podrías?
—no— Caleb me miró divertido— sólo tengo música.
—entonces no.
Seguimos en silencio y unos cuantos- casi veinte- minutos después, Caleb se detuvo delante de un edificio gigante.
—bienvenida a mi empresa.
No le respondí.
Caleb se bajó del auto y yo hice lo mismo. Debía esperar el momento exacto para poder escapar.
Entramos y varias personas voltearon a ver al hijo de puta a mi lado. Él sonreía feliz y despreocupadamente.
—ven— Caleb me agarró del brazo y caminó por el enorme pasillo hasta una escalera al final del mismo—iremos a mi oficina.
—qué entusiasmo—hablé con aburrimiento.
En el camino nos cruzamos con mucha gente, que nos dirigían miradas curiosas. Al parecer, algo en nosotros les llamaba la atención. Finalmente entramos a un cuarto, oficina y Caleb me dejó pasar primero.
—ésta es mi oficina.
—felicidades.
—ponte cómoda.
—no puedo estar cómoda si esoty contigo.
—¿Acaso te pongo nerviosa?— Caleb se sacó el abrigo — no tienes que estar nerviosa cerca de mi, amor.
—cierra la boca—le dije — lo único que me produces es asco, Caleb, asco.
— siéntate.
Caleb se dejó caer en la silla detrás del escritorio y me hizo un gesto para ocupar el lugar enfrente.
—¿Cuánto tiempo tendremos que estar en esta mierda de lugar?
—algunas horas
—pues dame algo con lo que entretenerme.
—¿Quieres algo con lo que entretenerte?— Caleb puso un gesto lascivo en su cara y yo quise golpearlo.
—¿Puedo caminar por la empresa?
Caleb meditó unos instantes antes de decirme que si.
—media hora.
Asentí con un gesto normal. Parecía calma, pero mi interior ardía.
Caminé por unos minutos, tranquila, haciendo el camino inverso. Cuando bajé las escaleras por completo, disimuladamente caminé a la salida y abrí la puerta. Nadie me detuvo. Sentía la victoria cerca.
Cuando estaba ya en la esquina de la calle, algo vibró en mi bolsillo.
*Qué mal que intentes escapar de mi, Amira. Quédate ahí, iré por ti.*
Leí el mensaje en ese celular desconocido y mi pecho se estrujó. Solté el aparato, estrujandolo contra la vereda y crucé corriendo la calle, alejándome. Algunos autos tocaron bocina porque casi me atropellan, pero eso no me detuvo. Seguí corriendo como si mi vida se fuera en ello.
Me giré a ver y pude observar a Caleb corriendo en mi dirección. Aceleré todo lo que pude y sólo me detuve cuando colisioné contra otro cuerpo.
Caí al suelo con alguien sobre mi y me intenté incorporar para poder escapar. Si seguía perdiendo el tiempo, Caleb me alcanzaría.
—¿Jeremy?— pregunté confusa cuando levanté mi vista.
—¿Estás bien? —Negué con gesto frenético—ven conmigo— Jeremy tiró de mi hacia un callejón —aquí— abrió una puerta bastante oculta entre la basura y me hizo pasar a una instancia poco iluminada—Caleb no te encontrará aquí.
Me quedé parada ahí mientras él caminaba lejos. ¿Cómo sabía él que yo estaba escapando de aquel hombre? ¿Era mera casualidad que él estuviera en el mismo lugar que nosotros? Todo parecía tan irreal.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, aparentando tranquilidad. La verdad es que sus ojos no me transmitían confianza y quería irme de ahí con prisa.
Mi cerebro me daba la orden de escapar, así que me acerqué lo más que pude a la puerta, mientras esperaba una respuesta. Jeremy me dio un gesto feliz y mi cerebro activó doblemente las alarmas
—vengarme de Caleb—se acercó—y al parecer, la venganza ha venido a mi—su sonrisa me dio miedo y cuando me dispuse a volver a la calle, algo chocó fuertemente contra mi nuca y caí al suelo.

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Obsesión TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora