soy el cerdito y Caleb el lobo

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Amira

No resistí mucho antes de largarme a llorar. Caleb me había dejado hecha mierda luego de llamarme puta sin una razón verdadera.

Cuando llegué a mi casa y vi que Ian ya estaba comiendo, traté de recomponerme para que él no me viera así ni hiciera preguntas que no tenía ganas de responder.

—Ian, ya estoy en casa— dejé mi bolso en la mesa del salón y caminé hasta su pieza.

Mi hermano estaba sentado en la cama, con varios libros alrededor de él y con un lápiz en la boca.

—hola, Am— él me miró.

—¿Qué haces?— la tristeza se fue un poco y se sustituyó por diversión al ver su ceño fruncido. Me daba gracia.

—tengo que estudiar para un examen de literatura, pero no entiendo nada.

Me senté a su lado en la cama y leí un poco sobre el tema. No era muy difícil. Tenía que estudiar sobre la diferencia entre mitos y leyendas y esas cosas que no servían para nada.

Durante un rato, le expliqué, haciendo pausas para que me peguntara e internamente, le agradecía a la profesora de mi hermano por mandar eso y a mi hermano por no entender. Teniendo que explicarle a Ian, mi cabeza se centraba en otra cosa que no fuera Caleb llamándome puta.

—entonces, leyenda no hay dioses, mito sí— mi hermano repitió lo que le había dicho.

—exacto.

El timbre sonó y mi cuerpo tembló.

Sabía perfectamente quién era y qué quería.

—Amira, la puerta— Ian me miró sonriendo cunado no me paré, pero luego entrecerró los ojos—¿Estás bien?

Asentí.

—tú quédate aquí adentro y por nada del mundo abras la puerta.

Él asintió dudando un poco.

—¿Pasa algo?

—no— mi voz salió segura, pero no me sentía así— es Caleb. Tenemos cosas de grandes para hablar y...

—Amira, sé que algo pasó.

Me paré y no le respondí.

—por favor no abras la puerta.

Él asintió.

Caminé lo más silenciosamente posible a la puerta y observé por la mirilla. Definitivamente, era Caleb. ¿Podía hacerme la idiota y no abrir?

—sé que estás ahí, Amira— Caleb habló.

—¿Qué quieres?

No muestres tu miedo, Amira. Eso es lo que él quiere.

—¿Puedo pasar?— me preguntó. Yo seguía mirando a través del ojo falso de la puerta.

Su sonrisa me daba miedo.

—no—mantuve mi voz firme— es que...— intenté buscar una excusa creíble— estoy en pijama y...

Genial, Amira. Eres una genio.

te he visto desnuda, Amira— Caleb recargó sus manos en la puerta y sentí que podía verme a través de ella— no digas estupideces y abre— su voz ya no era más la dulce y falsa voz del lobo cuando quiere entrar a la casa de los tres cerditos. Ahora era la del lobo sin el traje de oveja.

Caleb quería hacerme daño, quería comerme.

—no, no, Caleb. No voy a abrir.

Soplaré y soplaré y tu casa derribaré.

Obsesión TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora