No volví a ver a Ezequiel por meses. Durante ese lapso su figura crecía dentro de mí,
rodeada de un halo de misterio. Misterio que me apasionaba develar. Nunca supe si la
atracción que ejercía sobre mí correspondía al hecho de haber disfrutado su
compañía, o a que mi padre me hubiese prohibido verle.
Lo seguro es, que durante esos meses, no pude tolerar a mi padre.
Nuestra vida circulaba por los caminos habituales, jugábamos al ajedrez,
escuchábamos música clásica, es decir, lo de siempre, pero yo no podía soportar la
sola idea de permanecer en una habitación a solas con él.
No lo odiaba, pero era un sentimiento sumamente confuso. Supongo que hay un
momento de la vida en que nuestros padres se nos revelan tal cual son. Sin secretos.
Yo no podía entender su actitud con Ezequiel, me parecía terriblemente injusto, pero
jamás tuve el valor para preguntarle nada.
Hoy, tantos años después, creo que si le hubiese manifestado lo que me pasaba, la
situación hubiera sido distinta. Pero yo tenía 11 años, él era el adulto, a él le
correspondía dar ese paso. El paso que hay de la autoridad a la confianza.
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Los Ojos Del Perro Siberiano
RandomAutor: Antonio Santa Ana La novela Los Ojos del Perro Siberiano es narrada por un joven que está por irse a Estados Unidos y del cual nunca se menciona el nombre. Este narrador es el protagonista de la historia en la que relata su juventud y adolesc...