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Harry suspiró antes de apagar el despertador. Él sabía que el gran reloj tocaba sus campanas a las 9, por eso él debía levantarse antes que todos y comenzar con los labores.

Los voy a poner en situación: Harry Styles es un muchacho de 16 años, ¿que tiene él de especial para que yo esté contándoles esto?, pues no mucho, su padre murió hace unos años atrás, su madre y su hermana vivían lejos y de una manera bastante decente, no eran increíblemente ricas, pero dinero no les faltaba. El padre de Harry trabajó en el palacio real por mucho tiempo... Razón por la cual Harry se vió obligado a tomar su lugar. No le pagaban nada, o bueno, casi nada... si es que pequeñas propina contaban como paga. En fin, había un lado bueno y uno malo en todo esto de trabajar para la realeza. Lo malo es que todo lo que la Reina pedía se hacía, por más loco fuera su capricho, o lo cumplías o te echaban. Pero el lado bueno es... que podía ver al príncipe Louis las 24 hs del día ¡Vaya que valía la pena!

Desde que Harry era pequeño supo que las niñas no estaban en su lista de intereses, lo cual a su padre no pareció molestarse, él le había dicho que no tenía nada de malo que le gusten los niños siempre y cuando él fuese feliz. Sin embargo, le advirtió desde un primer momento que no todos pensaban como él y que debía tener muchísimo cuidado con el tema pues podrían usarlo en su contra en cualquier momento. Al pequeño Harry le tomó años comprender a lo que su padre se refería pero siempre lo tuvo presente. 

Pero volviendo a la actualidad, Harry escuchó las campanas y comenzó a desesperarse. Tan rápido como pudo apagó el agua hirviendo y la vertió en cinco tazas, cada una con un saquito de té dentro. Una de ellas era para su majestad, la reina, otras 2 para las pequeñas princesas Phoebe y Daisy. Dos gemelas adorables a las que Harry disfrutaba de cuidar, jugar con ellas, peinarlas, etc.  ya que el resto de los integrantes de la familia parecen estar muy ocupados para hacer todo eso. La otra es para la princesa Félicitè, ella era bastante... particular, al ser una niña entrando en la adolescencia, esta siempre al pendiente de los chismes del pueblo. Como se la pasaba encerrada y casi no tenía amigas, Harry se había convertido en su fiel compañero de chismes y alguna que otra travesura. 

La taza restante correspondía al príncipe Louis... Harry comenzó a sentir una fuerte atracción por él cuando tenía 12 años, mientras que Louis entraba en sus 14. No se hablaban mucho debido a las obligaciones del mayor y además porque Harry no se permitía estar cerca de él y arriesgarse a quedar en vergüenza por ser un simple empleado hablando de cosas sin sentido con el príncipe. Había que estar ciego para no notar el hecho de que Harry estaba perdidamente enamorado del muchacho de ojos azules. Sin embargo, nadie parecía querer meterse en problemas ajenos, debido a que  nunca le habían comentado nada acerca del tema ni habían hecho comentarios al respecto, al menos directamente.

Una vez que tomó la bandeja procedió a subir las escaleras hasta toparse con el pasillo de las habitaciones, se dirigió a la primera puerta golpeando con sus nudillos sobre la pulcra madera esperando para obtener el permiso para entrar, cuando le fue concebido empujó la puerta con su pie y entró en la habitación aproximándose a la cama donde reposaba la reina.

—Buen día, su majestad—. Harry habló dejando su correspondiente desayuno en la mesa de noche como siempre.—¿Como se encuentra hoy?

La vieja mujer sonrió de forma encantadora, aún para sus años de edad y le dio una señal de agradecimiento con la cabeza.

—Estoy bien, querido, gracias... Llévale el desayuno a las niñas y diles que hoy es día de lecciones, que estén listas en una hora, y por favor recoge la ropa sucia y llévalas a lavar.

El muchacho asintió con la cabeza para luego retirarse, tal como la reina le indico pasó por cada una de las habitaciones dejando el desayuno y recogiendo la ropa, hasta que solo le quedó un cuarto. Respiró hondo y golpeó suavemente la puerta de la habitación. "Adelante" escuchó una voz ligeramente ronca decir. Reunió toda su cordura y su valentía antes de entrar con la mirada en alto.

At the feet of the prince (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora