-[Un día lluvioso en el club Domo.]-

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Oh dios mío, la que se me iba a venir encima cuando Liam volviese a mi casa. Baje corriendo las escaleras y empecé a buscar por cada rincón de la casa. Llegue a la cocina exhausta, apoye las manos en las rodillas y jadee rápidamente. Vi la silueta de un niño subido en una silla, haciendo yo que sé qué. Me acerque y vi que el pequeñin me estaba preparando el desayuno, pero cuando se dio la vuelta y me vio se sorprendió tanto, que cayó al suelo junto con la bandeja. 'Creo que no esperaba verme despierta'. Bentley se clavó un cristal de uno de los vasos que la bandeja llevaba, y se torció el tobillo. Liam iba a matarme doblemente. Rápidamente me monte con Bentley en el coche y salimos hacia el médico. Una vez allí, el medico nos atendió. A Bentley tuvieron que darle tres puntos de sutura en la mano, y le vendaron el tobillo, en una semana volvería a estar genial. Al volver a casa y aparcar mi Aston Martin plateado, pude observar que el Audi negro de Liam aparcado junto a la entrada. 'Genial, ya vamos a tener los problemas'. Abrí la puerta, dejando que Bentley entrara primero, pero me lleve una sorpresa al entrar yo poco después y ver a Samantha con él.

- ¡Papá! ¡Mamá!

- Bentley, cariño mío, ¿qué te ha pasado?

- Me caí de una silla, mientras le hacia el desayuno a Sally.

Ambos me fulminaron con la mirada. 'No fue idea mía, lo juro.' Cerré la puerta y deje mis cosas, sentándome en el sofá abrumada.

- Cariño, tenemos que darte una fantástica sorpresa, tu papá y yo nos vamos a casar.

'¡¿Que qué?! ¿Qué vais a qué? ¿Cómo? Joder, ¿cómo has sido capaz de acostarte conmigo y ahora vuelves con Samantha?! No entiendo nada'. Mi cerebro se saturo y decidí salir corriendo de allí, pero antes de eso alcance a escuchar un:

- Déjala, no entiende que solo era tu juguete.

Cogí mi chaqueta verde militar y salí de allí corriendo, mientras daba un fuerte portazo. Mientras corría, empezó a llover, puse la capucha de mi chaqueta y continúe corriendo sin rumbo fijo, mientras indagaba en mis recuerdos. Recordé que el club Domo quedaba a unas cuatro manzanas de donde yo estaba ahora, y corrí a refugiarme a aquel lugar. Para mi aquel lugar era mágico, recuerdo haber visto hadas, elfos, trasgots, pequeños dragones, y demás seres fantásticos cuando era pequeña. El club Domo era un edificio rectangular del siglo diecinueve. Este tenía dos chimeneas, una fachada blanquecina, de la que sólo me separaba una gran verja de hierro oxidada. Había una estatua del fundador del club, algo enmohecida, debido a que estaba todo muy descuidado. Abrí la verja y empecé a dar saltitos sobre un camino de peldaños azul cielo. Mientras atravesaba todo el camino de la entrada pude observar varios montones de hojas marrones y anaranjadas en el suelo. Llegue a la puerta principal, que se encontraba situada bajo un gran porche que presidia el enorme club. La puerta de madera de arce estaba podrida, lo que me facilito que al pegarle una patada en el centro, se cayese al suelo, provocando un gran estruendo. Una bocanada de aire envolvió el interior de la casa y el polvo salió en forma de remolino al exterior. Tosí repetidas veces y me aparte el pelo de la cara mientras entraba en el interior del club Domo.  Lo primero que vi nada más entrar fueron las escaleras de caracol que tantas veces había subido y bajado de pequeña. Las subí corriendo con cuidado de no resbalarme. Al llegar a la segunda planta, encendí todas las luces y vi que había mucho más polvo que en la planta principal. Una araña recorrió toda la sala de un lado a otro, haciendo que soltara el mayor grito que jamás he soltado. Estaba todo realmente estropeado, viejo y sucio. Las paredes llenas de desconchones, la madera del parquet roída, seguramente por ratas o ratones o que se yo. Ni un solo mueble había en la sala, ni uno sólo había quedado desde que se cerró. Vacío y más vacío. La soledad me aterraba, pero ahora mismo era mi mejor amiga. Me acerque a uno de los balcones que tenía, abrí la puerta y salí fuera. La lluvia había empezado a ser torrencial, no tardaría en haber tormenta, pero me daba igual, simplemente me quede allí, viendo la lluvia caer. Mi móvil sonó varias veces, pero no lo cogí, me daba igual quien fuese, no tenía ganas de hablar con absolutamente nadie, así que lo silencie. Después de varios minutos en silencio, empezó a vibrar, debido a la insistencia, opte por cogerlo, quizá fuera algo importante. Pero no, sólo era Liam.

-[Conversación telefónica.]-

- ¿Qué? ¿Se ha cansado ya la perra de estar contigo?

- Por favor, Sally, no hables así de ella.

- ¿Y cómo quieres que hable de alguien que me llamó y cito textualmente, 'juguete'?

- No fuiste ni eres ningún juguete para mí. Vamos, no seas boba, vuelve a casa.

- No quiero, déjame en paz, estoy bien donde estoy. Adiós.

- Dime al menos donde estas, ¡joder!

- En el club Domo, ¡adiós!

-[Fin de la conversación telefónica.]-

Me puse mis cascos mientras volvía a entrar a la sala, encendí mi reproductor de música. Opte por escuchar: http://www.youtube.com/watch?v=kCGr7Af5tho. Empecé a recorrer cada rincón de la gigantesca habitación mientras bailaba y cantaba al son de la música. Me sentía tan sumamente mal que quería estar sola para siempre. Que la oscuridad me comiera. Desaparecer... Al rato oí el sonido de un motor apagarse; por encima del sonido de la música de mis cascos. Mientras me los quitaba, baje varios escalones despacio, sentándome en uno de ellos.  La barandilla ocultaba mi rostro, así que la persona que entro por aquella puerta derribada, no me vio hasta que grite...

Let me be yours.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora