-[Gatito abandonado.]-

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Se dio media vuelta y se fue. Dejándome sola en el inmenso parque. Mientras acababa de empezar a llover. No sabía qué hacer, quería correr tras él, pararlo y decirle que lo sentía y que le quería, pero sin embargo no lo hice. Me quede allí parada, mirando como la persona con la que había compartido mi vida durante esos dos años, se desvanecía en la lejanía. Me senté con resignación en aquel banco. Me fije en uno de los tantos corazones que habían tallados en el árbol que tenía enfrente. Era el nuestro. En el nuestro decía ‘Liam & Sally. Porque tú eres la luz de mi vida.’ No tendría que haber leído eso, no era el, mejor momento, sin embargo el karma quiso que lo hiciera. Me sentía como un gatito abandonado al ver a los niños jugar y corretear a mi alrededor. Felices y ajenos a cualquier problemas. Pasado un rato, decidí volver a mi casa, dando un largo paseo. Necesitaba pensar en todo lo que me acababa de ocurrir. Cuando estaba llegando a Central Park, tuve la sensación de que alguien me seguía, pero no me gire, simplemente empecé a caminar más rápido. Esas personas comenzaron a andar más rápido también. Definitivamente, si, me estaban siguiendo. Ataje por una calle que no conocía y fui a parar a un gran bar. Parecía cerrado. Esas personas que me perseguían me encontraron y me hicieron girarme al exclamar:

- ¿Pensabas que te habíamos perdido la pista, monada?

- A una presa tan apetecible y débil, no la podemos dejar escapar tan fácilmente.

- Hay que saborearla bien, antes de dejarla ir.

Yo estaba ahí de pie, sin moverme. Tenía miedo, mucho miedo. Ojalá Liam estuviese aquí, pensé. Se acercaron a mi, y me acorralaron. Empezaron a sobarme y a tocarme. Uno de ellos me tiro al suelo, mientras otro me quitaba la camiseta. Empecé a llorar y a suplicar que por favor, no me hiciesen nada. Pero no hicieron caso. Otro me bajo la falda y las medias a la vez. Me habían dejado en ropa interior. Cerré los ojos fuerte, esperando que todo fuese una horrible pesadilla, pero no. Podía sentir los seis ojos de aquellas tres personas mirándome. Observando cada milímetro de mi piel fijamente. Uno de ellos, empezó a bajarme el culotte y acerco su boca a mi sexo. Seguía llorando, quería que me soltasen. Antes de que pudieran hacerme algo más, alguien les dijo serenamente:

- Dejadla en paz.

Ellos se giraron y yo abrí los ojos. ¡Liam! Me levante del suelo y empecé a vestirme. Él me miro y vio que estaba llorando.

- Sois una panda de hijos de puta, la habéis hecho llorar. Os vais a enterar, cabronazos.

Ellos echaron a correr hacia Liam, sujetándole dos de ellos, mientras el tercero, empezaba a pegarle patadas en el estómago y puñetazos en la cara. Me volví a echar a llorar. Me arme de valor y grite mientras corría hacia esas personas:

- ¡Basta ya! ¡Dejadlo en paz!

El chico que estaba pegando a Liam, se giro y me dio una bofetada en la cara. Haciendo que cayese al suelo y estallase a llorar, otra vez. Eso provoco que Liam se enfadase y se soltase de aquellos dos. Les empezó a pegar y a insultar. Estaba realmente enfadado. Nunca le había visto así. Cuando aquellas personas se hubieron ido, me acerque a Liam, el cual estaba tirado en el suelo. Al acercarme lo suficiente a él pude observar que tenia varios rasguños, cardenales y sangre.

- Liam, ¿estas bien?

No dijo nada, simplemente me atrajo hacia si y me abrazo tan fuerte como pudo.

- Liam, ¿estas bien?

- Sally, dime que tú estas bien y que no te han hecho nada malo.

- Si no hubieras llegado, sé que habrían hecho conmigo todo lo que hubieran querido. Estaba tan asustada.- Empecé a temblar y me fije en su labio.- Oh dios, Liam, estas sangrando.

- No te preocupes, te juro que estoy bien.- Dijo levantándose.- Estoy hecho una rosa. Aún que te parezca un viejales. Sally, estas temblando, ven aquí.

Se quito su sudadera, poniéndomela sobre los hombros y abrazándome, quedándose con un jersey blanco, que le quedaba realmente bien. Fuimos paseando hasta mi casa. Cuando llegamos a la entrada, Liam se sentó en la acera y sacó un paquete de cigarros. Sacó uno, encendiéndolo y llevándoselo a la boca, dando una calada. ¿Desde cuándo él fumaba?

- Ven, siéntate, vamos a hablar.

Me senté a su lado, mirando el suelo, a la espera de que dijera algo...

Let me be yours.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora