Capítulo cuatro: «Acuerdo»

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Luego de mi "sentencia de muerte", no demoré en ir tras SeungKwan y lo detuve de camino al comedor.

Seré directo contigo. Sé que no te agrado y tú a mi tampoco, pero...

Ahórrate las palabras, ¿quieres? Reúnete conmigo mañana en la biblioteca después del almuerzo. Allí resolveremos qué hacer con el proyecto. —Me dijo resignado—. Solo no lo eches a perder, Hansol.

Y se volvió a ir quedándose con la última palabra.


Cuando llegué a casa, no dejé de quejarme hasta que se hizo la hora de dormir. La suerte no estaba de mi lado si tenía que verle la cara a Boo SeungKwan durante quién sabe cuánto tiempo. Y no solo eso, sino que debíamos ser un equipo, trabajar unidos, hablar —Dios, tenía que hablar con él— y compartir horas y horas que podría destinar a un pasatiempo más agradable.

Ni siquiera había anotado la fecha de la feria de ciencias. ¿Cuándo era? ¿En Diciembre? ¡Faltaba medio año! Era injusto que mi promedio final dependiera de mi participación en ella o de lo contrario me hubiera negado.


Al día siguiente mi padre me aconsejó que fuera paciente y reuniera unas cuantas ideas previo a la reunión. Eso ayudaría a aligerar las cosas y finalizar antes de tiempo. Agradecí el consejo, porque en un pequeño rato anoté varias de ellas que me parecieron interesantes, y no llegué a la biblioteca con las manos vacías.

SeungKwan también había hecho lo mismo, pero nada de lo él me dijo me pareció atrayente. Tuvimos unas cuantas discusiones —tal como antes— en donde quedaba claro que no llegaríamos a un acuerdo, y gracias a ello las pocas personas presentes no dejaban de mirarnos.


Esto no está funcionando. —Le dije de mala manera.

Nada funciona contigo. —Murmuró él.

¿Qué dijiste?

Que nada funciona contigo, Chwe. —Contestó sin pelos en la lengua. Y antes de que pudiera soltar algo ofensivo, continuó—. Llevo más de dos horas proponiéndote ideas que podrán ayudarnos a conseguir la beca y tú solo te niegas a todas.

¿Y qué hay de las mías? ¿No cuentan?

No. Son... tontas. —Argumentó al fruncir los labios.

¿Ves? Tú tampoco colaboras. —Por supuesto que no eran tontas, solo que él no quería reconocer que eran menos aburridas que las suyas. 

Los dos nos cruzamos de brazos y permanecimos en silencio durante un rato. Estaba enfadado. Trabajar con SeungKwan era insoportable.


Regresé a casa mucho más tarde de lo previsto, pero al menos habíamos tomado una decisión sobre qué hacer. No pregunten cómo es que lo logramos, pero ocurrió, y resolvimos construir un microscopio completamente funcional a base de Lego pensado para atraer a los niños al mundo de la ciencia. Brillante, ¿cierto?

El sábado por la tarde iríamos de compras a la inmensa juguetería del centro comercial. 


Continuará... 

Mr. Caprichitos 🐸 :: VerKwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora