capitulo 24 citas, besos y confesiones

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Kiyoshi maniobró un poco en lo que tomaba a su hija del carrito del súper y la acomodaba en el asiento trasero colocándole el cinturón de seguridad, su pequeña cachorra tenía una bonita trenza castaña y era terca y berrinchuda como su esposo, por lo que lo miró ceñuda cuando verificaba como por cuarta vez que el cinturón estuviera bien colocado.

-¡pa! Está bien... y yo se ponerlo sola...- Teppei sonrió por lo obstinada que era su pequeña, acarició su mejilla y la nariz juguetonamente recibiendo un mohín por parte de ella y cerró la puerta para ayudar a Hyuga a descargar la despensa a la cajuela.

El día a día de ambos era así, procuraban tener los suministros de la casa, sus ahorros, una pequeña despensa y siempre compartían tiempo juntos. Jumpei se había vuelto extrañamente vulnerable después de dar a luz, siempre estando alerta, sobreprotegiendo a su cachorra, resguardándose a su lado cuando sentía la presencia de algún alfa poderoso o extraño, incluso trabajaba desde casa y se había vuelto muy buen ama de casa.

Por eso no le sorprendió que Hyuga se acercará a la puerta del carro, protegiendo a su cachorra con mirada suspicaz cuando Kuroko Tetsuya y Kagami Taiga se acercaron a ellos caminando.

Estaban al tanto de la situación, todos se mantenían en contacto por el bien de la pareja y sabían que aún no estaban libres de la compulsión, sin embargo la esencia animal de ellos cada vez era más fuerte y por eso no se les hacía raro que cada día estuvieran más tiempo juntos.

-cuanto tiempo sin vernos...-

Kiyoshi saludó al ojiazul con su sonrisa tonta y muy disimuladamente se puso justo enfrente de su esposo, el lobo lo sentía, su pareja tenía miedo y no podía culparle, el joven pelirrojo tenía un aura poderosa dormida en su interior, incluso mayor que la de Akashi, el lobo en él quería ir directo a la yugular del chico por el simple hecho de acercarse a su pareja y su cría, sin embargo mantuvo el impulso, no les había hecho daño, estaban bien, y el tigre estaba profundamente dormido.

-¿haciendo las compras?- cuestionó Tetsuya extrañamente sonriente mientras hacia las debidas presentaciones, la pareja estaba realmente contenta por el pequeño can, aun así Hyuga nunca abandonó el costado de su esposo y Tetsu le conocía tan bien que supo que era mejor despedirse.

-estábamos pensando en ir a desayunar... los visitare luego ¿de acuerdo?-

Taiga sabia cuando su presencia no era bien recibida así que se apartó un poco y dio una simple cabezada como despedida. Tetsuya se acercó a él sintiéndose extrañamente culpable, avergonzado y con lastima hacia el joven.

Taiga podía tener cara de mafioso, era impulsivo y su voz bastante atemorizadora, pero era un buen chico, lo sabía de primera mano, desde hacía un par de semanas que lo conocía y habían compartido muchas cosas bastante divertidas, montar en moto y pasear por horas se había vuelto una adicción para el... ¿Quién lo iba a decir?

-Teppei se puso un poco delicado durante el parto de su nena y es un poco aprehensivo, cuando algún desconocido se le acerca suele ponerse así, pero son mis mejores amigos, cuando los conozcas mejor te encantaran...-

Como para afirmar sus palabras Tetsuya se cogió del brazo de Taiga como si fueran una bonita pareja de enamorados, el gesto le había sido tan natural, consolando a Taiga y confortándolo con su cercanía que no se percató de la emoción que aquello causaba en el adolescente.

-Kuroko... san... -

El peliazul miró al chico con su típica carita de palo y se sorprendió al ser besado de manera rápida, tierna, juguetona.

-hoy no te había dicho que me gustas mucho... y quiero que te enamores de mí...-

Tetsuya sonrió adelantándose tratando inútilmente de ocultar su rubor, desde que salieran a desayunar ese fin de semana Taiga le buscaba desde temprano, lo acompañaba de su casa a su trabajo, le invitaba a desayunar, comían juntos, iba por el después de la jornada laboral y le acompañaba a hacer las compras, incluso una vez había cocinado para el en su casa, y todos los días, sin falta, le decía aquellas palabras y le daba un beso sorpresa.

El tigre, mi alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora