cap 9 el fenec.

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Midorima se permitió descansar la vista un poco, cerró su laptop, se quitó los lentes y se dejó caer hacia el respaldo de su silla giratoria, estaba cansado, mucho si era honesto consigo mismo.

La fluencia de sus pacientes había crecido bastante y aunque casi no descansaba pues las demandas en el trabajo y en el hogar eran muchas no podía dejar de sentirse feliz.

Se había esforzado mucho para llegar a donde estaba. Kazunari y el se habían enamorado de ese lugar apenas lo conocieron.

Suspiró y trató de relajar sus hombros, de pronto, sus narinas fueron golpeadas por el único olor que podría volverle loco en toda la faz de la tierra. Sacyo su lengua para degustar con mayor deleite el aroma y cerró los ojos, esperando, sabiendo que estaba por iniciar un juego de cazador cazado que terminaría en sexo salvaje y loco...

Kazunari pasó justo por enfrente de su puerta, de su oficina, gloriosamente  desnudo y contoneando el culo coquetamente. Iniciando una danza de apareamiento juguetona que provocó sus dos identidades...

Se puso de pie, siguió el delicioso aroma y entró por la puerta que subía a su hogar, era más práctico así, que abrieran un consultorio médico y de apoyo psicológico en la planta baja de su casa para estar juntos el mayor tiempo posible les daba la tranquilidad a ambos de trabajar y no sentirse solos.

Shintaro era una serpiente, pese a lo que muchos solían pensar de esos animales fríos y desalmados, el medico era muy cariñoso... al menos con Kazunari lo era.

Su otro yo solía sufrir distermias y su pequeño fennec estaba tan al pendiente de el siempre que Shintaro tenía muchos años de no desmayarse.

Se aflojó la corbata y desabotonó su camisa saboreando el seductor aroma del zorrito, se quitó los lentes, Kazunari solía ser muy vigoroso y en los casi 15 años que tenían de casados ya le había roto por lo menos 30 pares.

-shiiiin-chhaaaan...- canturreó juguetonamente el moreno desde el baño, Midorima entró al pulcro lugar y no se sorprendió, al menos no mucho cuando la ducha de teléfono apunto directamente a su cara y le empapó.

La cantarina risa de Takao se escuchó en todo el hogar y Shintaro con su gesto serio e indescifrable se acercó a su traviesa pareja y le cargó cual costal de papas sobre su hombro, dio una fortísima nalgada que resonó y camyino de regreso a su habitación.

-lo siento... estaba jugando... perdón... es que estaba aburrido y yo...-

Kazunari rebotó en la cama y entre risas traviesas y nerviosas observó como su marido comenzaba a desvestirse.

El amplio pecho de un hombre en sus veinti muchos quedó descubierto y Takao sintió que, aun después de tantos años de matrimonio era la cosa más bella que el destino le pudo haber dado.

Los abdominales fuertes y tonificados fueron repentinamente pincelados por una bonita capa de escamas verdes, el efecto era precioso y Takao abrió sus brazos dándole la bienvenida a su pareja.

-¿tienes frio?... ven acá... yo te calentare...-

Un ligero rubor apareció en las mejillas del peliverde y Takao sonrió divertido... el siempre reía, le gustaba jugar, amaba molestar a su pareja y lo cuidaba como lo más importante para él.

Su Shin-chan había sido un niño cuando se conocieron hace 15 años, una parte de Takao siempre era carcomida por la culpa de saber que  la infancia de su amado había sido terminada abruptamente.

Pero sin su sin-chan se hubiera muerto de la tristeza...

Una vez desnudo Midorima se dejó envolver por los brazos y las piernas de su fennec, Takao era de complexión bastante más pequeña que él y siempre estaba calientito, se besaron suavemente y sonrieron satisfechos.

El tigre, mi alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora