cap 5. el oso come dulces

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Himuro despertó con un sobresalto a la mañana siguiente al sentir algo húmedo y rasposo en su rostro. Taiga, en su forma de tigre yacía acostado en medio de los dos y le acariciaba gentilmente el rostro, ahí, donde de no ser por Alex hubiera quedado una horrible cicatriz.

El enorme felino le lamió un par de veces más, despues se dirigió al hombro, repitió la acción y finalmente se acostó como si de un pequeño minino se tratara sobre su pecho... y prácticamente el resto de su cuerpo, ronroneando cuál minino precioso, disculpándose tiernamente.

Tatsuya jadeó en busca de aire, Taiga era tan pesado, debía rondar ya sus buenos 120 kilos, como pudo sacó la mano debajo del animal y acarició la cabeza peluda.

-te perdono tonto... pero si me hubieras dejado marcado el rostro te hubiera dado unas buenas nalgadas.-

El felino ronroneó y recargó su enorme cabeza en el cálido espacio entre el cuello y el hombro. Cuando finalmente Tatsuya pensó que su cuerpo quedaría hecho tortilla o al menos plasmado en el colchón Taiga regresó a su forma humana y continuo ahí, acostadito encima de él.

-que bonitos...- susurro Alexa divertida y somnolienta. Los tres siempre habían sido muy unidos y no temían en demostrar su afecto el uno por el otro, aunque Alexa solía exagerar siempre...

-como hoy es sábado aprovecharemos para comprar los muebles que ya no sirvan, re tapizar los que se puedan e iremos al médico... les tienen que dar su chequeo-

Taiga no se atrevió a contradecir a su hermana, ya se había imaginado que le llevarían, los cambia formas no se enfermaban, curaban excesivamente rápido y envejecían muy lentamente, de no ser porque sus padres habían sufrido heridas fatales hubieran vivido una larga y prospera vida, los dos tenían más de 40 años y tenían una apariencia juvenil que les hacía parecer más hermanos de Alexa que sus padres.

Sabía que algo no estaba bien con el y con su tigre, que su reacción no había sido normal, había perdido el control... a lo mejor estaba defectuoso.

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-que aburridoooo... que molestooooo...- Atsushi no dejaba de quejarse mientras caminaba hacia el consultorio de Midorima-sensei, en ocasiones como esas hubiera deseado ser hijo único, ¡pero no!, tenía  un hermano y una hermana mayor y un hermano y una hermana menor. Ser el jamón del sándwich no era para nada divertido, y la situación empeoraba al ser el más alto de ellos (media más de dos metros y apenas tenía 16 años) y ser el único alfa.

En serio, que molesto...

Tomó una de sus tantas chucherías de la mochila y comenzó a engullirla, le encantaban los dulces. Y eso, desde su punto de vista era muy bueno, no sabía por qué, pero su obsesión hacia los dulces era tan grande, tan atrayente que no le ponía atención (o no mucha) a su alrededor, y con "su alrededor" se refería a omegas en celo desprendiendo feromonas que hacían arder en deseo a alfas estúpidos y cavernícolas que querían follar y preñar como si de animales se tratara.

Es decir... una parte de ellos era animal, su oso en este momento retozaba en su interior por la felicidad de probar el dulce que comía, Murasakibara dejo que saliera un poquito a la superficie, sincronizándose con él para permitirle probar la golosina, el oso gruñó en aprobación. Pero ninguno de los dos hizo caso a los omegas próximos a entrar en celo que pupulaban libremente en la calle, queriendo llamar la atención.

-nii-chan... hay mucha gente...- susurró Mimí, su hermana pequeña de apenas 14 años que estaba nerviosa por el chequeo médico.

-seeeee... ya viiiii.... - Atsushi era la pereza en dos piernas.

El tigre, mi alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora