capitulo 25 despertar

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Taiga titubeó un par de minutos en entrar, para ser honesto estaba que se cagaba de nervios. Había algo en el ambiente que le hacía sentirse sexualmente atraído hacia Tetsuya. Su caminar, su forma de moverse, la bonita sonrisa que le había dedicado... cuando por fin tuvo el valor para entrar del balcón Tetsuya estaba entrando a la habitación con un pequeño florero en el que había depositado su flor, la veía como si fuera el mejor regalo de su vida y le sonreía a través del espejo del tocador, el destino final del regalo.

Taiga no sabía a ciencia cierta lo que estaba pasando, pero la luz del faro de la calle, la luna, la poca iluminación del lugar hacían que la belleza de Tetsuya fuera etérea.

Se acercó a él viéndose ambos en el reflejo del espejo, enganchando sus miradas hasta que estuvieron tan íntimamente cerca que el calor de uno se transmitía al otro.

Taiga rodeó el delgado cuerpo de Tetsuya con un solo brazo, y con la mano libre acarició el pecho, descubriendo los rozados pezones, acariciándolos. El maestro se inclinó más hacia él, ofreciendo su carne, gimiendo despacito, permitiendo sumisamente que le comenzara a desvestir, acariciar...

Invitó su cuello delgado y blanco y Taiga no dudo en besarlo y morderlo suavecito, sintiendo el pulso del lugar en sus labios, deleitándose con los sonidos de la boca del ojiazul...

Así como estaban, como un lindo trenecito Taiga caminó de reversa y se sentó en la cama, con Tetsuya en su regazo, gruñendo la satisfacción de sentir las redondas nalgas presionándose contra su erección prisionera de la mezclilla... quería hacerle el amor, quería poseerlo en todos los sentidos, hacerlo suyo, hacerlo feliz, deseaba sentirse fundido en la carne caliente...

-¿puedo hacerte el amor?- Taiga quería que todo fuera totalmente consensuado, cuando Tetsuya se puso de pie y de muto proprio se retiró la camisa del pijama y se abalanzo contra el para quedar acostados, como la bonita suavicrema supo que era aceptado.

Acarició con la yema de sus dedos los costados, la espalda, los brazos, Tetsuya se veía precioso ahí, encima de él, podía sentir cuan excitado estaba, lo atrajo hacia sí y lo besó lenta y profundamente, primero los labios, la fina línea de la mandíbula, el cuello, la clavícula y los bonitos pezones, toda la piel era adicción pura para él. Tetsuya jadeaba fuertemente y juntos comenzaron a quitarse el resto de la ropa.

-eres grande...- Tetsuya le estaba observando con un dejo de temor, no era un halago, no por el momento al menos, Taiga sabía que era grande, le dolería, pero quería hacer todo lo posible para hacerle sentir bien.

-No tengo lubricante... ni condones...- dijo Taiga y Tetsuya notó que sus manos estaban temblando, sentado en su cama, en flor de loto, recargado en la pared con una erección llena y la piel perlada en sudor parecía un dios romano, pero el simple hecho de verlo con las manos de gelatina le dio un poquito de valor. Taiga no lo lastimaría, no a propósito al menos.

-es mi primera vez...- susurró Tetsuya con las mejillas rojas y la voz temblorosa, Taiga sintió que su pecho se henchía de orgullo al saberse el primero de su chico... y se aseguraría de ser el único.

-también la mía...- aquello casi por default descartaba el uso de condones, si ambos estaban limpios podrían hacerlo así...

-Déjame...- Taiga tomó a Tetsuya, lo manipuló con facilidad y puso su rostro cerca del culo del mayor lamiéndole experimentalmente, el sabor explotó en sus papilas y Taiga supo que esto sería una droga para él.

El pequeño can jadeó, gimió y respiró entrecortadamente, se sentía tan bien, su cabeza giraba, su voz estaba incontrolable, su cadera tenia vida propia y se empujaba hacia el rostro del pelirrojo pidiendo más.

El tigre, mi alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora