prólogo.

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Una, dos, tres caladas al pitillo entre mis dedos y un mágico reino se construía como piezas de una un puzzle frente a mí.

Cuatro, cinco, seis caladas más y todo a mí alrededor comenzó a bailar al ritmo distorsionado de la psicodelia.

La pared de ladrillo tras de mí, se convirtió en una suave y esponjosa nube, donde me recosté, mientras veía como el país de las maravillas hacía gala de sus mejores paisajes ante mis ojos.

No sé si habían pasado, segundos minutos u horas, pero el efecto de éxtasis en mis venas aminoraba su potencia de a poco y eso no era nada bueno.

‘’ ¡Hey!’’ reclamó mi atención una figura rizada frente a mí.

‘’ ¿Hum?’’ pregunté saliendo de mi abstracción.

‘’Tenemos que irnos’’ exigió agachándose a mi altura.

‘’ ¿Por qué?’’ pregunté alterada y confundida.

¿Quién se creía que era? ¿Por qué le interesaba? ¿Por qué solo distinguía solo su silueta? Estas y otras preguntas inundaron mi cabeza. Y para todas estas cuestiones  solo había una respuesta clara y derivada; efecto colateral de las drogas: alucinaciones.

‘’Los policías están aquí’’ exclamó alterado

‘’Tranquilo, de seguro están buscando algo para ellos’’ repliqué de seguro era aquel bastardo que  bajo ese uniforme de policía ocultaba su adicción, estúpido Mark.

‘’Joder nena, levántate y huye’’ dijo exasperado.

¡Genial, hasta  un ser imaginario perdía la paciencia conmigo!

El chico, o al menos eso creí yo por el tono ronco de su voz y su cabello corto y rizado, me tomó del brazo, para llevarme a cuestas caminando, entre los muros, que ya no lucían tan glamurosos como hace un rato, la realidad comenzaba a superar la ficción.

El suelo se movía bajo nuestra acelerada marcha. Un vistazo rápido hacia atrás y las luces de las sirenas policiales iluminaban la entrada del primer callejón.

En efecto, los malditos oficiales, invadieron el área. No entendía cual era en empeño en eliminar las drogas, al fin y al cabo era más que claro que arrestando a vagabundos no hacían del mundo algo mejor.

Apuramos la marcha, ahora corríamos entre los oscuros callejones, todo estaba más claro, pronto todo desaparecería y yo quedaría perdida entre las cenizas, de nuevo. Un verja de metal limitó nuestro paso, unos metros atrás las suelas de unos zapatos chocaban con el mugre asfalto, incluso se escuchaban los ladridos de un can ¡Nos estaban persiguiendo!

La figura misteriosa parecía tener cada vez más lucidez, incluso inteligencia ya que encontró una abertura bajo la tela de metal, por donde pasamos para salir del callejón.

Seguíamos corriendo, habíamos perdido de vista a los policías, sin embargo mis pies no acataban órdenes y seguían corriendo como si de un apocalipsis zombie se tratara.

Poco a poco las luces se hacían menos distinguibles, estábamos internados en el bosque, las ramos crujían bajo nuestras pisadas y los arboles se cernían sobre nosotros, la poca droga en mi cuerpo los hacía ver terroríficas como en una película de terror, debía ser fuerte, el miedo me consumía, sin embargo la figura a mi lado me daba los ánimos para seguir.

Una piedra me hiso caer al cesped, antes de que mi cuerpo empezara a convulsionar sobre el húmedo suelo, eso solo significaba una cosa, la sustancia había cumplido su misión, su efecto estaba por terminar. Mi cabeza descansaba sobre el regazo de chico, se sentía tan real.

‘’No me dejes '' susurré dolida.

Un último espasmo sacudió mi anatomía, contrayendo mis músculos y venas tanto que hasta dolía.

‘’No lo haré nena…nunca’’ susurró para luego presionar un casto beso en mi frente.

Un par de esmeraldas verdes ensombrecidas fue lo único que vi, en mi estado de lucidez momentánea, antes de que mi reino creado a  base de alucinógenos se desmoronara, dejando a mi cuerpo ser consumido por la tenebrosa oscuridad.

alucinada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora