En esos momentos no había tiempo para el amor, eso estaba en segundo plano.
Primero debía hacer lo correcto; luchar por saber la verdad para dejar de estar sumergida en una mentira.
¿Creías saber algo de lo que en realidad pasaba? En serio que estab...
La forma en la que se comportaba Max conmigo era algo incómoda, podía verlo en la manera en la que conducía el auto.
Lo miré de reojo y noté que sus hombros estaban algo tensos, tenía la mirada fija en el camino y sus manos estaban apretando el volante.
—¿Te pasa algo? —Max negó con la cabeza.
—Estás muy frustrada y molesta, tus pensamientos invaden mi mente —respondió después de unos segundos.
Tragué saliva y miré al frente.
No recordaba esta clase de cosas que en un principio nos pasaban, respiré profundo y le coloqué una barrera a mis pensamientos.
—¿Mejor? —pregunté mirándolo de perfil.
Detuvo el auto en un semáforo en rojo y me miró, nuestros ojos conectaron por una milésima de segundo pero yo sentí que fueron años.
Él apartó la mirada bruscamente.
—¿Cómo es posible que hagas todas estas cosas? —preguntó demasiado confundido—. Nunca te hemos enseñado nada, se supone que no debes de saber sobre esto pero ahora vienes y sabes todo —continuó de manera acusatoria—. ¿Quién eres?
—Soy Ashley —dije lentamente—. Soy la reencarnación de Laín —continué—. Cuando desperté en el hospital, no se cómo ni porqué pero lo hice, ya sabía todo lo que ocurriría, desperté y lo primero que me vino a la mente era el cielo, todo lo que ocurrió y ocurrirá en el futuro lo sé, fue como ver lo que pasará antes de que suceda.
—Eso no tiene sentido —susurró frunciendo el ceño—. Jamás había ocurrido algo similar, a menos que algún dios te lo haya revelado todo.
A mi mente vino Lobden... Las profecías y mitos que Laín sabía de él. Las recordaba todas y cada una de ellas. Si bien, al final no había podido interpretar los trances en los que los recuerdos de Laín llegaban, parecía que ahora eran nítidos. Lobden era uno de los dioses más poderosos de todos los tiempos, recuerdo que era hermano de Laab, pero al estar en su contra lo asesino. Lobden jamás logró reencarnar, pero le prometió a su hermano que no se saldría con la suya.
—Lobden —susurré mirando el suelo del auto—. Ya sabes, las leyendas —continué, no sabía si había el conocía esa clase de leyendas, Laín se había enterado de ellas con mucho esfuerzo, siempre intentando entrar en la mente de Laab.
Hasta que un día lo logró, y conoció secretos que jamás hubiese imaginado.
Aunque Laab se dio cuenta y enseguida intentó borrar esos recuerdos de ella, claramente no lo había logrado.
—No se de qué hablas —dijo, en ese instante una persona tocó el claxon de su auto haciendo que ambos miráramos al frente.
Eso también había ocurrido en mi sueño, sólo que en ésta ocasión nos dirigiríamos a la escuela.
En mi sueño iríamos a casa de Carissa, por lo que no podían aparecer demonios en el camino.
Ellos aún no sabían sobre mi conocimiento acerca de ellos.
—Scott —dije intentando recordar todo—. Scott y los demonios jamás fueron malos... —dije analizando la situación.
Ya nos encontrábamos en la escuela, solo necesitábamos entrar sin que nadie nos viera, eso no sería tan difícil.
Ahora que sabía todo lo que por fin era capaz de hacer, no lo sería.
—Entra al estacionamiento y aléjate de los demás autos—ordené, Max asintió e hizo lo que le pedí sin rechistar-
Respiré profundo y cerré los ojos.
Debía concentrarme en lo que haría a continuación si no quería que todo se se diesen cuenta de que algo andaba mal.
Salí del auto y miré a mi alrededor, no había nadie.
Mis ojos se posaron en el guardia, el cual, como lo recordaba, se encontraba casi dormido.
Max salió del auto y se recargo en él.
—¿Ahora qué haremos? —preguntó cruzándose de brazos.
—Necesito hacer algo antes de entrar por Carissa —respondí mientras cerraba los ojos.
Levanté mi mano derecha y tracé un circulo imaginario en el aire mientras que con la izquierda repití la acción, ambos círculos se cruzaron, abrí los ojos y miré a Max.
—¿Qué has hecho? —preguntó asombrado, me encogí de hombres.
—Liam me enseñó en el pasa —dije respirando profundo.
—Él no te conoce aún, no lo olvides —dijo negando con la cabeza y comenzó a andar.
Mi corazón se estrujó por la manera en la que lo había dicho.
Liam no me conocía, y en realidad, Max tampoco.
Esto no era bueno, y no sabía si podía lidiar con esto.
—Vamos por Carissa —dije alcanzándolo.
(...)
Max miró a los humanos moviéndose de una manera lenta, estaba sorprendido ante mi poder, pero no lo demostró del todo. No quería admitir lo impresionado que estaba. Subimos al segundo piso y entramos al salón de historia, la cual era la primera clase de Carissa.
Ella se encontraba en un rincón observando a los humanos a su alrededor.
—¿Ashley? —preguntó cuando su mirada se posicionó en mi—.¿Acaso tu hiciste esto? —añadió igual de confundida que su hermano cuando me vio utilizando mis poderes por primera vez.
Asentí con la cabeza y miré a mis compañeros, el maestro de historia se encontraba frente a la clase con las manos extendidas, seguramente había estado explicando algún tema.
— Σήμερα δεν είδε, olvidala αυτή τη στιγμή. «El día de hoy no la viste, olvídala en este instante.» —dije en voz alta para que todos me escucharan, al regresar el tiempo normal, ellos no recordarían que vieron a Carissa el día de hoy.
—¿Cómo diablos hiciste eso? —ignoré su pregunta y tomé su mano.
—Max está aquí esperándonos, andando, te explicaré todo —dije conduciéndola a la salida del salón.