Prodigiosa: Las Aventuras De Ladybug Y Chat Noir (Temporada 2) *Completa*

Epílogo

Las espesura de la tibia niebla y el sonido del viento silbar eran los protagonistas aquella mañana.

Cinco jóvenes vestidos de negro habían caminado hasta la cima de un pequeño prado situado a las afueras de la ciudad para despedirse por ultima vez del Maestro Fú.

Habían decidido hacerle un homenaje a aquel hombre que tanto amor, cariño y valentía les había ofrecido.

Enterraron en una pequeña cajita de madera las pertenencias que Wayzz, el Kwami del anciano había considerado más importantes para el difunto.

Marinette soltó un pequeño suspiro y se separó de los brazos de Adrien para arrodillarse junto a la tumba del hombre que la había devuelto a la vida. Depositó un pequeño ramo de flores sobre la tibia niebla y se quedó en el sitio durante unos segundos.

-Dicen que no hay mal que por bien no venga, pero a veces nos rompemos la cabeza pensando cual será el bien, después de haber perdido algo que era muy importante y valioso para nosotros.- Marinette se secó las lágrimas con torpeza.-Le debo todo Maestro. Le debo mi vida, mi felicidad... Le debo quien soy ahora, ser Ladybug, sentirme segura de mí misma, confiar en mí..- Un sollozo quebrado se escapó de sus labios.-Gracias... Gracias por todo.

Los ojos se Adrien se cristalizaron e hizo afán de caminar hacia su amada para consolarla, pero Bianca lo detuvo.

-Adrien no... Es mejor que la dejes un rato.- Dijo ella con tristeza.

-¿Qué vamos ha hacer ahora?- Preguntó Adam sobresaltando a todos.-¿Qué va a ser de nosotros?

-Somos los únicos que conocemos el secreto de los miraculous.-Dijo Lila  con tristeza.-Todo el peso recae en nosotros ahora.

-Lucharemos.-Marinette se puso en puso en pie de golpe.-Puede que Lepidóptero haya caído, pero eso no nos libera de cualquier peligro. Todo mal tiene una función en el mundo y en cualquier momento puede llegar algo peor que los Akumas. París depende de nosotros ahora. Ya no tenemos a nadie que nos cuide. Solo a nosotros mismos. El maestro Fú murió para salvar mi vida, y yo estoy dispuesta ha hacer lo mismo por cualquiera de vosotros y por cualquier ciudadano de la ciudad. A partir de ahora nuestras vidas no son nuestras, si no de todos. Somos un equipo.-Marinette sonrió.-Puede que no tengamos al Maestro para cuidarnos, pero me tenéis a mí y yo os tengo a vosotros. Yo... Yo en este momento no puedo evitar sentirme la chica más feliz del universo.-La joven miró a Adrien y le sonrió con ternura.-He vuelto a nacer para poder estar contigo.

Una lágrima silenciosa surcó la mejilla de Adrien. Quien se sentía el joven más afortunado del París por tenerla a ella.

-Somos un equipo. Y esteremos juntos en esto. Juntos encontraremos al futuro portados del Miraculous de la sabiduría, alguien que proteja a Wayzz. Juntos salvaremos a todo París.- Marinette escrutó con la mirada a sus cuatro amigos-¿Quien está conmigo?

La azabache extendió su mano, después Adrien situó la suya encima de la de ella, y así uno a unos hasta que los cinco jóvenes se unieron bajo la orgullosa mirada del Maestro Fú quien después de presenciar aquello sintió su alma renacer, un alma que vagaría feliz por las calles de París.

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El coche se Adrien estacionó frente al instituto Françoise Dupont. Nathalie se bajó la primera y fue hacia los asientos traseros para abrir la puerta a los dos jóvenes que se encontraba en el interior.

Adrien y Marinette se bajaron par aponer pie en la calle bajo la mirada de todos los estudiantes que los miraban con asombro en sus ojos. Caminaron con una gran sonrisa en sus rostros dados de las manos.