« Aliados » Capítulo 5

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« Robb »

El joven yació unos minutos sobre el tronco. Sabía que aquel dragón no tardaría en volver a por él, de manera que agarró todas sus fuerzas y empezó a descender la colina del todo, tratando de alejarse lo máximo de aquel lugar.

Fue entonces que, bajo de la colina le esperaba el huargo que él mismo había criado. Robb lo miró ferozmente y agarró el pelaje de aquel animal mientras suspiraba.

  — Eres un sucio cobarde, siempre huyendo de los problemas.— Dijo el joven mientras seguía caminando, sintiéndose mucho más seguro, si el perro huía significaba que él también debía correr.— No sé como te las apañas para siempre encontrarme pulgoso.

El huargo se mostró indiferente ante la pequeña bronca que estaba recibiendo de su amo, y este siguió caminando con aires burlescos, mostrando a ver que tan solo se divertía con aquellas palabras, consiguiendo que Robb suspirase.

Caminaron al menos un par de horas cuando el lobo se quedó parado olfateando el aire y poco a poco fue erizando su pelaje, alertando a Robb de una posible amenaza por los lindes del bosque, de manera que desenvainó su espada y siguió su camino, no debía pararse, el dragón también podría estar pisándole los talones.

Sus pisadas conseguían que las ramas crujieran bajo sus pies, poniéndolo nervioso y alterándolo, mientras su lobo avanzaba despacio, mirando a los lados, mostrando sus grandes y feroces colmillos.

El galope de unos caballos fue aumentando a lo largo que Robb iba caminando. No sabía cuantos caballos andaban galopando, pero cada vez que se acercaban, su corazón se aceleraba más y más, pudiendo ser un ejercito enemigo que le identificase.

Unos siete o ocho caballos aparecieron en el camino. Galopaban casi desbocados y las caras de los que montaban no eran muy alegres. Tres de ellos, avanzaron mucho más deprisa y desenfundaron las armas, lo que alertó a Robb, el cual agarró mucho más fuerte su espada, y se paró en espera de sus atacantes.

Los tres caballos empezaron a dar vueltas sobre él, cerrando un círculo, impidiendo que el pudiera mover la espada sin dañarse, tratando de hacer que se rindiera, aunque el norteño no hacía más que asestar golpes, mientras que el lobo trataba de tirar a los caballos, mordiendo sus rodillas.

Fue entonces cuando uno de ellos, el que más aspecto tenía de sureño, le golpeó la espalda, consiguiendo que Robb cayera tras un golpe seco, tirando su espada lejos. El lobo al ver como su dueño caía, se tumbó sobre el gruñendo, impidiendo que se acercaran a él.

  — Nunca yo ver un lobo grande.— Indicó el sureño mientras señalaba a la criatura que le amenazaba con dentelladas.— ¿Qué ser?.— Preguntó al anciano de pelo rubio, el cual suspiró.

  — Parece ser que hemos topado con un lobo del norte, un huargo y no muy amigable.

Los otros caballos llegaron hasta los tres atacantes y se escuchó como varios bajaban de sus caballos, acercándose al cuerpo cubierto por el gran lobo, que lo protegía con su propia vida incluso.

  — Si el lobo no se aparta, no podremos ver quién es el estúpido chico que trató de amenazar a tres caballos armados.— Dijo el anciano de pelo blanco mientras trataba de acercarse al lobo, el cual le lanzó una dentellada.

La mano de Robb salió de debajo del cuerpo del animal y golpeó tres veces su lomo, ya se había recompuesto mayoritariamente del golpe que había recibido, así que el lobo se levantó con pesar y miró a todos los desconocidos a los ojos, tratando de infundir el miedo en ellos.

Lo primero que vieron los ojos de Robb fue a un enano peculiar, uno que ya había visto posiblemente unos tres años atrás, el que mostró la misma sorpresa que él, quedándose ambos anonadados ante el reencuentro.

« Red  Wedding » Chronicles of an inmortal WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora