« Kaetlyn »
Jon la había dejado a manos de Davos que tartamudeaba a su vez que trataba de leer las páginas de uno de los libros que había en el cuarto de la joven mientras esta reposaba con un rostro tranquila y relajado. El viejo hombre de vez en cuando llevaba la mirada hacia la joven y se desviaba hacia la loba que estaba tumbada en los pies de la cama sin quitar los ojos de color miel de él, lo cual le inquietaba, porque el hombre notaba como la loba le inspeccionaba de arriba a abajo, con esa mirada calculadora.
— Sois un lobo muy grande.— Le dijo con amabilidad. Ni él mismo supo porque había hablado a un lobo y en ese tono.— Sé que desconfiáis de mi pero soy un amigo de vuestra dueña.— Dijo, pensando que aquel lobo iba a retirar la mirada que tanto le incomodaba, no se sentía seguro en aquella sala, aunque la estancia de la loba fuera por protección.
El can se le quedó mirando mientras este tragaba saliva, pero la tos que le entró a la joven hizo que la loba se posara en sus cuatro patas, llevando su hocico al rostro, oliéndola y inspeccionando su la joven estaba bien, su preocupación por la dueña era muy fuerte, a veces, Kaetlyn se había planteado si su loba era capaz de sentir lo que ella sentía a veces, o en otro caso, si podía leer la mente.
— ¿Penumbra...?.— Susurró la joven al abrir los ojos y mantener contacto con la loba la cual alzó las orejas al escuchar su nombre. Esta ladró alegre de ver a su ama de nuevo despierta y lamió su rostro en señal de afecto, cosa que molestó a la chica recién despierta.
— Estáis despierta.— Pudo escuchar Kaetlyn decir a un hombre, cerrando un libro y acercándose a ella. La loba se retiró para que Ser Davos se acercara y inspeccionara a la joven para dictaminar que estuviera bien o necesitaba ayuda.— ¿Estáis bien verdad, Kaetlyn?
La joven entrecerró los ojos inventando observar al hombre que le hablaba. Lo reconocía por la voz, pero su vista estaba algo débil y solo era capaz de observar una mancha iluminada por las antorchas de la sala que la deslumbraban de vez en cuando.
— ¿Ser Davos...? — Dijo la joven mientras parpadeaba varias veces para ver mejor al hombre y tratar de enfocar la imagen. Este le sonrió al ver que Kaetlyn conseguía al menos reconocerlo. Kaetlyn tardó en contestarle, pero alivió al hombre.— Estoy bien estoy bien...— Dijo en un susurró.— Fue tan solo una pelea, he recibido miles.
— El Lord Comandante no dice lo mismo, él piensa que son heridas graves, por eso mismo me mandó aquí, si no estuviera yo aquí sería porque vuestra loba es capaz de defenderos.— Dijo Daavos. Kaetlyn fue a levantarse, pero este tuvo que retenerla con sus propias manos.— No podéis levantaros en vuestro estado, puede que os hagáis más daño.
— Tengo que ir a agradecerle a Jon lo que ha hecho por mi.— Dijo ella mientras se esforzaba por zafarse de los brazos de Davos, si algo se quedaba en el entrecejo de Kaetlyn lo lograba por todos los medios y no podía dejar aquel tema colgando. Se sentía agradecida y con fuerzas como para ir hasta el despacho del joven.
— Descansad y os prometo que os dejaré ir a verle, primero retomad las fuerzas y conseguir mejorar, si no no conseguiréis caminar muy lejos Kaetlyn, el frío hoy amaneció fuerte y no os sentará bien, además que vuestras heridas son recientes y se volverán a abrir por mucho que quiera marchar.
Indignada, Kaetlyn dejó de forcejear y se quedó quieta, tratando de volver a dormirse. Davos volvió a sentarse en la silla y tomó de nuevo el libro para volver a tartamudear mientras descifraba las grafías. El silencio empezaba a poner nerviosa a Kaetlyn que ya daba incluso vueltas en su cama, acabando por buscar un tema de conversación.
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« Red Wedding » Chronicles of an inmortal Wolf
Hayran Kurgu¿Qué es sobrevivir al propio Infierno? ¿Que significa fracasar ante tantos años de preparación? ¿Qué es sentirse traicionado por tus propios hombres? ¿Qué se siente al tener que vengar a tu propia familia? ¿Qué pasaría si alguien es capaz de cambiar...