¿Qué es sobrevivir al propio Infierno? ¿Que significa fracasar ante tantos años de preparación? ¿Qué es sentirse traicionado por tus propios hombres? ¿Qué se siente al tener que vengar a tu propia familia?
¿Qué pasaría si alguien es capaz de cambiar...
Aquella respuesta impacto algunos de la sala, aquella respuesta fue bastante desesperanzadora, puesto que nadie se esperaba algo así, algunos de ellos habían confiado en los Dioses como una segunda vida, otros simplemente pensaban que los Dioses no eran nadie, un simple cuento para niños o un simple mito, para algunos las deidades eran simplemente cuentos para tranquilizar a la plebe.
—¿C...Como...?.—Melissandre fue la única capaz de decir algo en aquel momento, la tensión se respiraba en el ambiente ¿Cómo podía el señor de luz ser falso? ¿Aquellas promesas dadas de una vida eterna después de la muerte eran totalmente falsas? Le temblaban las piernas solo de pensarlo, no podía ser cierto aquello, tantos años sirviendo... ¿A la nada?
—No importa lo que hayáis visto al otro lado.—Dijo Davos, cual mirada expresaba sorpresa, inquietud, lo había visto ver volver de entre los muertos.—Ni lo que esté por encima de nosotros, lo importante es que has vuelto, estáis vivo y eso es un punto a favor, ahora sabréis como obrar bien.
— Debería de estar muerto.—Dijo Jon lamentándose aún, mientras llevaba su mano hacia la frente y apretaba agobiado.—Esto es antinatural... Yo... Fallé, fallé a un montón de gente y ese fue mi castigo, los Dioses lo quisieron así.—Aquella frase sorprendió al joven. Ya no era tan especial hablar de los Dioses para él, algo se había esfumado de su alma.
— Bien.—Dijo Daavos mientras se giraba hacia la puerta para abrir y avisar a los demás. Colocó la mano en el pomo y se giró para observar a Jon una última vez, cogiendo aire antes de girar la muñeca y salir de allí.—Así no volveréis a fallar, preparaos, está es la segunda partida.—Indicó Daavos antes de salir por aquella puerta.
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Jon negó mientras se acurrucaba en la capa que le habían colocado. Todos los presentes empezaron a marchar de la estancia, quedando solo Kaetlyn entre ellos, la cual observaba al joven sin poder decir ni una palabra, estaba totalmente en shock ante lo que había vivido, solo había visto aquello en una ocasión y casi perdía la vida.
— ¿Qué?— Preguntó Jon al sentirse intimidado por la mirada de la joven, empezaba a sentir un escalofrío que le recorría la columna vertebral, algo lo pasaba a la chica, esa mirada era demasiado penetrante e incómoda, a su vez que expresiva.
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