«Final de trayecto» Capítulo 14

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«Kaetlyn»

Los salvajes salieron a capturar  a aquellos conspiradores que habían clavado el puñal a traición en el corazón de su líder. Eran cuatro los principales cabecillas de aquella «revolución» los que fueron atrapados por aquellos que habían sido mandados por Tormund.

Una vez estaban los cuatro encarcelados, uno de los salvajes más jóvenes se dirigió hacia su actual princesa con un tono de respeto y a su vez de miedo, el joven jamás se había enfrentado a una princesa, siempre fue Mance al que hablaba y este le inspiraba confianza, ella, era totalmente diferente.

— Tormund está en las celdas, me ha mandado a que vayas, quiere que hables con los soldados, dice que es lo justo.—La joven salvaje miró al mensajero con sus ojos azules y no entonó palabra. Dirigió la mirada a la loba negra y empezó a caminar hacia las celdas donde se encararía cara a cara con aquellos hombres traidores.

Para su sorpresa, se encontró con un niño que parecía ser el mayordomo del Lord Comandante, no muy mayor, de unos 14 años apoyado sobre la pared

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Para su sorpresa, se encontró con un niño que parecía ser el mayordomo del Lord Comandante, no muy mayor, de unos 14 años apoyado sobre la pared. Era menudo y tenía una cara pequeña acompañada de una mata de pelo corto y negro. Su piel era pálida a causa de las altas temperaturas y el poco sol que recibían en aquel lugar. El segundo lo reconoció al instante, era Ser Alliser, uno de los cuervos más engreído y orgulloso de la guardia, él cual siempre había mirado con asco a cada uno de los salvajes.

Los dos restantes le costó reconocerlos, todo su cuerpo le empezó a doler en cuanto vio los rostros de aquellos dos, estaban en aquella paliza que le asestaron días atrás. El más joven de los dos tenía el pelo negro y la barba del mismo color. No superaba al otro en altura ni en corpulencia. El último de ellos ya era de avanzada edad. Se podía ver como el pelo ya desaparecía por la parte superior de su cabeza y como su barba ya se estaba tornando blanca.

El rugido de la loba los levantó a todos. Tormund estaba apoyado en la verja de enfrente a la celda, esperando a la joven salvaje.

— Aquí los tienes.—Dijo Tormund señalando hacia la celda, los cuatro yacían con una expresión de ambigüedad, no expresaban nada, no dejarían que el enemigo los viera decaídos.

— Sucia salvaje, tendríamos que haberte matado cuando tuvimos la oportunidad.—Dijo el más mayor de los cuatro, acercándose a los barrotes, tratando de alcanzar a Kaetlyn la cual se retiró levemente de la puerta y le observó con una sonrisa ladeada en los labios.

— No deberíais haberos metido con los salvajes, ninguno de vosotros.—Dijo la joven mientras se daba la vuelta para tomar una antorcha de las paredes, admirando las llamas lamer la piedra. Tomo el tocón de madera y se acercó a ellos.— Nosotros no somos tan respetables, ni seguimos unas reglas que nos convierten en "humanos" ¿No es así? Somos como bestias...—Bajo los pies de los cuervos había amontonados y esparcidos heno y hierba para la comodidad de estos. Kaetlyn acercó la antorcha hacia estos, las llamas lamieron los barrotes.— ¿Pero sabéis que? Nosotros nunca traicionamos ni matamos a nadie que no lo merezca, nosotros no pegamos palizas a los indefensos, les damos oportunidades... Puede que no seamos tan monstruos como pensáis.

« Red  Wedding » Chronicles of an inmortal WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora