«Kaetlyn»
Los salvajes salieron a capturar  a aquellos conspiradores que habÃan clavado el puñal a traición en el corazón de su lÃder. Eran cuatro los principales cabecillas de aquella «revolución» los que fueron atrapados por aquellos que habÃan sido mandados por Tormund.
Una vez estaban los cuatro encarcelados, uno de los salvajes más jóvenes se dirigió hacia su actual princesa con un tono de respeto y a su vez de miedo, el joven jamás se habÃa enfrentado a una princesa, siempre fue Mance al que hablaba y este le inspiraba confianza, ella, era totalmente diferente.
— Tormund está en las celdas, me ha mandado a que vayas, quiere que hables con los soldados, dice que es lo justo.—La joven salvaje miró al mensajero con sus ojos azules y no entonó palabra. Dirigió la mirada a la loba negra y empezó a caminar hacia las celdas donde se encararÃa cara a cara con aquellos hombres traidores.
Para su sorpresa, se encontró con un niño que parecÃa ser el mayordomo del Lord Comandante, no muy mayor, de unos 14 años apoyado sobre la pared. Era menudo y tenÃa una cara pequeña acompañada de una mata de pelo corto y negro. Su piel era pálida a causa de las altas temperaturas y el poco sol que recibÃan en aquel lugar. El segundo lo reconoció al instante, era Ser Alliser, uno de los cuervos más engreÃdo y orgulloso de la guardia, él cual siempre habÃa mirado con asco a cada uno de los salvajes.
Los dos restantes le costó reconocerlos, todo su cuerpo le empezó a doler en cuanto vio los rostros de aquellos dos, estaban en aquella paliza que le asestaron dÃas atrás. El más joven de los dos tenÃa el pelo negro y la barba del mismo color. No superaba al otro en altura ni en corpulencia. El último de ellos ya era de avanzada edad. Se podÃa ver como el pelo ya desaparecÃa por la parte superior de su cabeza y como su barba ya se estaba tornando blanca.
El rugido de la loba los levantó a todos. Tormund estaba apoyado en la verja de enfrente a la celda, esperando a la joven salvaje.
— Aquà los tienes.—Dijo Tormund señalando hacia la celda, los cuatro yacÃan con una expresión de ambigüedad, no expresaban nada, no dejarÃan que el enemigo los viera decaÃdos.
— Sucia salvaje, tendrÃamos que haberte matado cuando tuvimos la oportunidad.—Dijo el más mayor de los cuatro, acercándose a los barrotes, tratando de alcanzar a Kaetlyn la cual se retiró levemente de la puerta y le observó con una sonrisa ladeada en los labios.
— No deberÃais haberos metido con los salvajes, ninguno de vosotros.—Dijo la joven mientras se daba la vuelta para tomar una antorcha de las paredes, admirando las llamas lamer la piedra. Tomo el tocón de madera y se acercó a ellos.— Nosotros no somos tan respetables, ni seguimos unas reglas que nos convierten en "humanos" ¿No es asÃ? Somos como bestias...—Bajo los pies de los cuervos habÃa amontonados y esparcidos heno y hierba para la comodidad de estos. Kaetlyn acercó la antorcha hacia estos, las llamas lamieron los barrotes.— ¿Pero sabéis que? Nosotros nunca traicionamos ni matamos a nadie que no lo merezca, nosotros no pegamos palizas a los indefensos, les damos oportunidades... Puede que no seamos tan monstruos como pensáis.
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« Red Wedding » Chronicles of an inmortal Wolf
Fiksi Penggemar¿Qué es sobrevivir al propio Infierno? ¿Que significa fracasar ante tantos años de preparación? ¿Qué es sentirse traicionado por tus propios hombres? ¿Qué se siente al tener que vengar a tu propia familia? ¿Qué pasaría si alguien es capaz de cambiar...