VI

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Llegaron al departamento poco después de media hora y los nervios de Penny no hacían más que aumentar porque ahora que estaría encerrada con Jason Davis en su casa, no estaba segura de que no le saltaría al cuello en cuanto las puertas se cerraran.

Entró al edificio seguida de Jason mientras saludaba al señor Woods, el portero, e intentaba que los nervios no fueran demasiado evidentes. Se repitió que no tenía por qué sentirse así, que ellos solo eran dos personas, dos chicos que intentaban hacerse amigos. Él la acompañó al cine y a cambio ella lo invitó a cenar en su departamento, no había necesidad de hacerse una película en la cabeza cuando solo se trataba de algo tan básico como comer.

Lo guió hacia el ascensor y presionó el botón de su piso al tiempo que respiraba profundo, necesitaba armarse de valor para lograr soportar el tiempo que estaría a solas con Jason encerrada en un ascensor. ¿Acaso podía desarrollar claustrofobia de un momento a otro?

—¿Piso 39? —cuestionó él cuando la vio pulsar el botón.

Penny soltó aire y se giró a mirarlo.

—¿No me digas que eres ese tipo de gente que le teme a las alturas y se marean, gritan, y sienten ganas de vomitar?

—No, no es eso. Solo me parecen demasiados pisos, honestamente. ¿No suele faltar el aire ahí arriba?

Ella sonrió y lo miró con una ceja enarcada.

—¿Tus chistes acostumbran a ser tan malos?

—Sí, pero lo sexy que soy lo compensa —susurró como si en realidad fuera un secreto.

Penny sintió como le cosquilleaban los pómulos y de repente tenía mucho calor.

—¿Nunca vas a dejar que lo olvide? —inquirió— Es obvio que hay que tener cuidado con lo que se le dice a un abogado.

—Definitivamente. Pero tus comentarios me parecen encantadores, así que espero que sigas haciéndolos.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Penny ignoró su último comentario y lo invitó a pasar dentro del departamento intentando ocultar los nervios que le atenazaban el estómago. Era la primera vez que un hombre que no fuera de su familia o el repartidor de pizzas entraba en su casa, aunque tal vez fuera solo el hecho de que era él. La ponía nerviosa en todas las situaciones imaginables.

—Es un departamento muy bonito —comentó Jason tras entrar.

Por primera vez en el tiempo que llevaba viviendo allí, Penny miró su departamento de forma distinta a como lo había estado viendo últimamente. Lo observó a través de los ojos de Jason y se sintió aliviada de que le gustara lo que encontraba allí.

El mobiliario de color chocolate y las paredes blancas junto a la alfombra del mismo color, los cuadros que ella había estado agregando de manera paulatina a la decoración, la lámpara que en aquel momento colgaba sobre su cabeza... Si, era un lugar bonito y le encantaba que tuviera cosas de ella y de su hermano a partes iguales.

Unos meses atrás, Brett le había entregado las llaves de un departamento de soltero en toda regla, con muebles escasos y una decoración bastante tétrica y ella se tomó el tiempo de ir dándole su toque, así que el resultado era un bonito contraste. Resultaba increíble lo que podía hacerse con cojines decentes y cuadros menos espantosos.

—Gracias –respondió— Ponte cómodo, prepararé algo de comer.

—¿Te impresioné? —cuestionó Penny con una sonrisa mientras se ponía de pie.

Y Ahora ¿Qué digo?   (YAQH 1.5) (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora