XV

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— ¿Estás segura de que esas cosas son necesarias?

Penny lanzó un bufido, preguntándose por qué no había echado a Jason de allí aún. Si volvía a preguntarle otra tontería parecida estaba segura de que lo patearía aun con el riesgo de caer de las escaleras.

—Sí. Ya te lo dije, son necesarias porque son bonitas y este departamento necesita cosas bonitas —dijo con voz cancina—. Si quieres puedes ir a dar una vuelta, no me importaría hacerlo sola.

— ¿Intentas deshacerte de mí? —preguntó Jason, sacudiendo un poco las escaleras.

— ¿Tú qué crees? Solo podrás quedarte si te comportas y cierras la boca, de lo contrario me veré obligada a echarte de aquí hasta el final del día.

El volvió a sacudir la escalera, Penny sabía que estaba haciéndolo con la sola intención de molestarla. Porque había dicho que les tenía miedo a esas estúpidas escaleras plegables y él había estado burlándose toda la semana.

—Me siento herido.

—Y yo siento que voy a golpearte si caigo de aquí, mejor aún, te demandaré. ¿Esto aplica como accidente laboral? —dijo con una de esas sonrisas tontas que ya se habían hecho permanente en su rostro.

Sobre todo, desde aquella semana, porque había estado casi todos los días metida en aquel departamento. Lo de la decoración iba sobre ruedas, pero ellos dos... ellos dos iban muchísimo mejor, aunque todavía Penny no se atrevía a etiquetar lo que tenían ni a hacerse grandes ilusiones, le encantaba pasar el tiempo allí, con él, ayudándolo con aquel lugar que cada vez lucía mejor.

—¿Crees que demandar a un abogado sea una buena idea?

—¿Crees que tirarme de las escaleras con mi trabajo inconcluso sea una buena idea?

Touché —sonrió—. Pero es que esas cosas ni siquiera iluminan de verdad —se quejó por enésima vez.

—Ya te dije que no las quiero para que iluminen, sino para que le dén un toque glamuroso a tu sala.

—Si querías glamour solo deberías colgar el precio —dijo, volviendo a sacudir las escaleras, Penny contuvo un gruñido—. Son las luces navideñas más caras que jamás he visto.

Penny ocultó el rostro y sonrió. Si había aprendido algo aquellos días con Jasón era el horrible gusto que tenía y el nulo sentido de la decoración, la verdad era que había sido tan gracioso que ella sería capaz de repetirlo, aunque cada vez que iban de compras sentía ganas de asesinarlo.

—Tal vez porque no son luces navideñas —aclaró.

—Pues eso parecen.

—Sí, un camaleón se parece a una rana, pero no son lo mismo —filosofó, antes de terminar con las luces y comenzar a bajar las escaleras.

Jason la tomó por la cintura y la dejó junto a él en el suelo mientras Penny intentaba controlar el cosquilleo que sentía cada vez que la tocaba.

—La verdad es que se ve muy bien... —comentó él, mirando las luces.

—Enciéndelas primero, adulador —rio, dándole un codazo.

Aquellos días en el departamento habían sido bastante... entretenidos, le encantaba estar con él, trabajar juntos, y le fascinaba sentirse importante teniendo una llave de su departamento en los bolsillos, aunque como ya había terminado su trabajo allí, no tenía ninguna excusa para conservarlas. Todo lo que implicaba a Jason Davis le encantaba y por más que intentaba alejar esa idea de su mente, las palabras de Allyson continuaban dando vueltas en su cabeza.

Y Ahora ¿Qué digo?   (YAQH 1.5) (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora