XI

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—Vamos, Penny Presumida, no te hagas la interesante —la sacudió Allyson—. Dime que sucedió.

—No sucedió nada, ya te lo he dicho —replicó Penny, intentando que su amiga la dejara disfrutar de su emparedado de pavo.

—No me mientas, maldita desgraciada. Vi cómo se besaban en la playa.

Penny llevaba al menos cuarenta minutos intentando explicarle a su amiga que las cosas no habían sucedido como ella creía. En la mente de fantasía y porno de Allyson, ella y Jason se habían metido a la cama para hacerlo apasionadamente tan pronto habían llegado a la ciudad y no existía forma de que Penny le explicara que eso no pasó y que Allyson le creyera.

Por desgracia, se había aparecido en su departamento llevándola afuera con la excusa de ir a cenar, cuando en realidad lo único que Penny quería hacer después de treinta y ocho horas de vigilia era caer profundamente dormida hasta el otro día.

—Allyson, me llevó hasta mi casa, se despidió y se marchó —explicó por enésima vez—. Tenía cosas que hacer.

—¿Quieres decir que si no tuviera nada que hacer estuvieran haciendo cositas?

—¡¿Cómo carajo puedo yo saber eso, Allyson?! Ya no me preguntes nada más ¿De acuerdo? —gruñó— Y no uses la palabra ''cositas'' es ridículo e infantil.

Allyson hizo un puchero, como si en algún universo paralelo ese gesto lograría que Penny cambiara de opinión. Cuando vio que ella no parecía dispuesta a caer en ese truco barato, se encogió de hombros y le dió otro trago a su batido.

—¿Qué tal tus hermanos? —preguntó de repente.

—¿Mis hermanos? ¿Qué pasa con ellos?

—No pasa nada. Pregunto por cortesía.

—Oh —musitó—. Están bien.

—Vaya, que resumida...

—¿Qué quieres que te diga? Brett está en su propia burbuja con todo lo que está sucediéndo y Dave... ya sabes. Hace días que no sé de él. Quedamos para desayunar mañana— explicó, esperando que aquella fuera suficiente información para su amiga.

—Siempre puedo acompañarte, si lo necesitas.

Penny se rió del intento fallido y, como siempre, muy obvio de estar ligeramente cerca de Dave.

—Gracias por el ofrecimiento, pero no. Ya deja de acosarlos.

—Mira quien lo dice —replicó su amiga.

Por fortuna, la conversación acerca de Jason cesó y Allyson se concentró en lo que más le gustaba: ella misma. Le contó a Penny las cosas divertidas que habían sucedido en la fiesta y de las que, a pesar de estar ahí, no se había enterado.

Luego pasó otra hora dándole especificaciones de la aparente noche de pasión que Paul y su novia tuvieron en la habitación del lado. En ocasiones Penny se cubría los oídos y cantaba: ''No oigo, no oigo. Soy de palo...'' como si tuviera seis años, porque con Allyson las palabras ''Basta ya'' o ''Por favor, no más detalles'' no funcionaban y la verdad era que a Penny no le interesaba imaginarse a uno de sus mejores amigos teniendo sexo.

Alrededor de las diez de la noche logró escapársele a Allyson con la excusa del examen que tendrían el lunes en la mañana y para el que no habían estudiado. Su amiga no tenía en su historial ser la más aplicada de las estudiantes, pero sí poseía el don de un cerebro con el que muy pocos contaban, así que cuando se esforzaba un poco casi asustaba. Tenía la asombrosa capacidad de recordar con una facilidad pasmosa cada cosa que quería, habilidad que estaba utilizando al máximo ahora que cursaban su último año, antes de su graduación.

Y Ahora ¿Qué digo?   (YAQH 1.5) (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora