Estar sentada a la mesa frente al hombre del que estaba enamorada, el mismo hombre que parecía odiarla y que había estado evitando cualquier contacto con ella durante varios días era, por demás, incómodo. Penny había estado intentando fingir que nada sucedía, pero era demasiado difícil. Durante toda la cena ella intentó mantener la vista en su plato; el hecho de que su madre hiciera el esfuerzo de que se uniera a la conversación lo hacía aún peor, porque provocaba que por breves segundos todos le prestaran atención y eso era la última cosa que ella quería que pasara.
Prefería mil veces escuchar la conversación de su madre y la madre de Jessy sobre cómo los hijos crecían y abandonaban el nido a ser parte de todo aquello.
Llevó un bocado de la cena a su boca y en serio se esforzó por tragarlo, pero por más que lo intentó, lograrlo fue imposible. Su garganta estaba cerrada y en la única cosa que podía pensar era en terminar con aquella farsa e irse a meter en la cama, porque fingir que estaba bien, o al menos pretender mientras sentía la mirada de su hermano sobre ella, era agotador.
Por eso, tan pronto el segundo plato fue retirado de la mesa, Penny se inclinó con disimulo hacia su madre. Ya había abandonado toda esperanza de permanecer estoica hasta el final, no iba a lograrlo y si no salía pronto de allí tal vez se pondría a llorar en medio de la mesa. No soportaba estar en aquel lugar, estar frente a Jason y que él ni siquiera la mirara.
—Necesito irme a la cama, mamá —se excusó—, no me siento muy bien, lo lamento.
Un ligero gesto de decepción surcó el rostro de su madre, pero Penny no estaba para pensar en eso justo en ese momento. Solo quería dejar atrás esa farsa e irse a donde nadie la viera, para que la cara dejara de dolerle por intentar sonreír cuando evidentemente no podía hacerlo.
Aprovechó que todos estaban entretenidos en la conversación, o tal vez en no morir succionados en el tornado de aburrimiento que rondaba en la mesa y se levantó en silencio. Salió del comedor y se encaminó hacia las escaleras, pero de repente estar recluida en su habitación nuevamente no le pareció muy atractivo, una cosa era no querer estar frente a Jason en la mesa, y otra totalmente distinta era volver a su habitación para lanzar por la borda lo que a su madre y a su hermano les había costado tanto esfuerzo: sacarla de la cama y, de momento, de su profundo estado de autocompasión.
Entonces cambió el rumbo hacia el primer pasillo que se le atravesó, que curiosamente era el que llevaba al que una vez fue uno de sus lugares favoritos en toda la casa. Salvo por los baños de visita, aquel pasillo era muy poco usado, y entre todos los cuartos vacíos que había allí, estaba el que una vez consideró su refugio.
En la adolescencia a Penny le había gustado tener un lugar donde esconderse de todos cuando quería estar a solas y dado que todos en la casa parecían ignorar ese pasillo en particular, ella había adoptado esa habitación como escondite, llegando a pasar allí más de la mitad de su tiempo. Se encerraba a leer, a pintar o solo a escuchar sus propios pensamientos y en ese momento eso era lo que más necesitaba: pensar y analizarse.
Entró en la habitación cerrando la puerta tras de sí. Todo continuaba tal como lo había dejado. Al fondo había un viejo escritorio que debía llevar allí mucho más de lo que podía recordar y justo a su lado, un armario antiquísimo que era donde solía esconder sus dibujos, en caso de que alguien entrara y le provocara curiosear.
Nada en aquella habitación había cambiado, salvo ella misma. Hacían al menos tres años que no entraba y, viéndose en ese momento, le causó gracia comparar sus "problemas" de entonces con los de ahora. Cosas como no haber obtenido la calificación exacta que quería en el examen de inglés, o que el chico que le gustaba no se hubiera fijado en su corte de pelo...
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ChickLitLas locuras nunca han sido lo de Penny, al contrario, si alguien le pidiera describirse en tres palabras estas serían: Calmada, Juiciosa y Metódica. Siempre y cuando Jason Davis no aparezca en la escena. Desde que lo vio la primera vez todo ha sido...