V

4.3K 374 34
                                    



Penny alzó la cabeza intentando ver a Jason en algún lugar entre todas las personas que estaban allí. Ni siquiera se habría imaginado que pudiera haber tanta gente en un cine un miércoles. ¿Qué le estaba pasando al mundo?

Sacó su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón para enviarle un mensaje, hacía más o menos tres minutos él le había dicho que estaba allí, pero no lograba encontrarlo por mucho que lo buscara.

—¿Se te ha perdido alguien? —Penny dió un salto al escuchar la voz de Jason justo en su oreja.

—¿Piensas matarme? —Le riñó, aunque sonreía— No puedes hacer eso.

—Disculpa. Es que te vi tan confundida intentando encontrarme —murmuró Jason, era evidente que le divertía burlarse de ella—. La próxima vez dejaré que me busques tu solita hasta que me localices o te canses —dijo sonriéndole.

Penny intentó no derretirse ante su sonrisa.

—También es un placer verte, Jason —respondió, sonriéndole de vuelta. Mantenerse de una sola pieza era difícil cuando aquel hombre estaba tan cerca y además se veía tan agradable.

—Jason es aburrido, ¿qué pasó con aquel apodo que me gustaba? ¿Chico sexy?

Sintió como el rubor cubría sus mejillas mucho antes de siquiera pretender evitarlo. Era increíble como cualquier cosa que él dijera e hiciera podía ponerla nerviosa, y lo peor era que él parecía divertirlo.

—No voy a llamarte así nunca más. Es vergonzoso —dijo.

—Pero si a mí me gustaba.

—Naturalmente.

Penny intentó ocultar el rubor de su rostro mientras comenzaba a caminar hacia la boletería y Jason la siguió sin decir palabra. Aprovechó esos segundos que estuvo sin mirarlo para calmar sus hormonas enloquecidas. Aquel día habían quedado para ver una película. Penny ya había invitado a Allyson para ir con ella una semana atrás, pero su mejor amiga no compartía su gusto en películas; para ella, cualquier cosa que no fuera Mujer Bonita era un desperdicio de la industria del cine, así que lo había dejado al poder de lanzar una moneda al aire y Allyson ganó para librarse de acompañarla.

Por suerte, Jason Davis era un poco más flexible y había accedido, no sin antes hacerle saber que no le permitiría olvidarlo si la película no era buena.

Jason vio sus intenciones de adelantarle en la cola de la boletería, pero Penny fue más rápida que él.

—Ni se te ocurra, Jason Davis —Lo señaló con el dedo—. Yo pagaré esta vez.

Él ladeó la cabeza y le sonrió.

—¿En serio vamos a tener esta discusión?

—No, si te echas a un lado y admites que: en primer lugar, yo te invité y en segundo tu pagaste las cervezas la otra noche; así que es mi turno.

Jason asintió.

—Bien, entonces iré por palomitas.

Penny entornó los ojos, pero no dijo nada. Entendía muy bien lo que intentaba y no pensaba caer en ese juego. Además, tener ese tipo de tonta discusión le parecía de lo más tierno.

» ¿Quieres algo en particular?

Ella negó.

—Sorpréndeme.

Penny lo observó fijamente mientras él también le sostenía la mirada con una ligera sonrisa en los labios. No tuvo que hacerlo por mucho tiempo para comprender que él estaba provocándola a propósito, esperaba que replicara, tal vez porque acababa de descubrir su capacidad para replicar a todo, o tal vez porque lo consideraba divertido.

Y Ahora ¿Qué digo?   (YAQH 1.5) (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora