XVI

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Penny entró en la casa y sonrió al encontrarse con su padre a mitad del pasillo. Llevaba mucho sin verlo, más aún sin mantener alguna conversación que sobrepasara los cinco minutos, pero así eran las cosas; lamentablemente no tenían muchas oportunidades de verse, pero cuando coincidían a ella le gustaba mantener largas pláticas con él.

La relación que mantenía con cada uno de sus padres era muy distinta. Ninguna era mala, afortunadamente, pero su madre era como una amiga; dulce y cariñosa y Penny sabía que siempre, sin importar cual fuera el problema, podía contar con ella. Philip, su padre, era un líder. De esas personas que parecían estar hechas para guiar a las demás. No había forma de pasar cinco minutos hablando con él y no terminar aprendiendo algo y por años Penny lo había idealizado tanto que ahora le costaba no sentir que lo miraba desde abajo.

Su padre no era perfecto, de todos modos; ahora lo sabía, pero sus malas decisiones siempre provenían de las ganas de hacer lo mejor para todos. Por desgracia esas ideas los habían acarreado a un montón de dramas que pudieron haberse evitado.

Como Miranda Graham, por ejemplo.

—Hola, pequeña Penélope. Tu madre y tu abuela están esperando por ti en la terraza —la saludó cubriéndola con un abrazo y dándole un beso en la frente que le recordaba cuando era una niña.

Penny no dijo nada acerca de que le dijera ''Penélope'' o ''pequeña''. Su padre no parecía dispuesto a comprender que ella odiaba el nombre Penélope y que había crecido. Suponía que para él siempre sería una pequeña, esperaba estar bien con el mote siempre que alguien más no lo escuchara.

—Hola, papá. Tiempo sin verte.

—Yo no fui quien se mudó —señaló él con una media sonrisa.

Ella sonrió. Aquel era un tema que casi nunca se quedaba en las conversaciones con su padre. Él siempre se encargaba de poner un tono de reproche a aquellas palabras, como si hubiera esperado que se quedara a vivir allí toda la vida. Y tal vez así fuera.

—¿Cómo van las clases? —agregó.

—Bien...

—¿Y la vida de chica libre, como la llevas? —bromeó, apretándole los cachetes, Penny apartó sus manos de su rostro.

—También bien.

—¿Y has sabido algo de tu hermano? ¿Continúa con esa idea de salir con adolescentes?

Le lanzó a su padre una mirada de desaprobación. Una parte de ella quería comprenderlo; como papá debía ser difícil ver a tu hijo haciendo algo que, a la luz de toda lógica era una locura. Como cabeza de familia debía ser aún más difícil todo el desastre que Brett había dejado tras su rompimiento con Miranda.

Pero aun así consideraba que las decisiones de su hermano, por locas o perjudiciales a los negocios que hubieran sido, necesitaban ser respetadas. Tal vez Dave y su padre se negaran a entender eso, pero ella no tenía problema en hacérselo ver cada vez que tuviera la oportunidad.

—Es una chica, papá. Se llama Jessica y te darán tu primer nieto, así que, yo que tú, me acostumbraría a la idea.

Su padre suspiró, como si no fuera la primera vez que escuchaba aquellas palabras, y probablemente así fuera. Seguro la abuela Emma le había dado más de un sermón de los que solo ella podía dar.

—Parece que soy el único en esta familia que no está exultante de felicidad por esta locura —alegó— Y por eso, al parecer soy despreciable.

—No eres despreciable, solo un poco tontito —bromeó—. Además, Dave tampoco parece muy feliz. Escuché que mandó a la pobre chica a recepción.

Y Ahora ¿Qué digo?   (YAQH 1.5) (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora