IX

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Unas horas más tarde, Penny se encontraba con Jason en su auto, rumbo a la costa. Delante de ellos, en otros dos vehículos, iban sus amigos, tan animados, o borrachos que ella en el auto podía escucharlos, aun cuando iban a varios metros de distancia y a 150K/h.

—Esto es una locura —dijo Jason junto a ella.

—Y que lo digas... —su voz se perdió mientras los pensamientos la embargaban.

La sensación de nervios en su abdomen no la había abandonado desde que Jason aceptó ir con ellos a la casa de la playa. Cuando él había pasado por ella hacía apenas unas horas para ir a la fiesta, ni por asomo se habría imaginado que aquella noche terminaría con ellos cruzando la ciudad a media noche a una velocidad vertiginosa. Sus nervios empeoraban aún más si pensaba que pasaría las próximas doce o catorce horas junto a Jason Davis.

Eso sí era una locura.

Intentó calmar el ligero temblor en su pierna derecha mientras miraba por la ventanilla, aunque con aquella velocidad y la oscuridad de la noche, no podía ver nada realmente.

—Cuéntame ¿Qué es lo que hacen exactamente, cuando van a esa casa en la playa?

—Pues... —carraspeó— Lo normal, solo vamos, escuchamos música, nos embriagamos... bueno, ellos lo hacen mientras yo los miro tomar, nos vamos muy tarde a la cama... Mañana podemos bañarnos en la playa... Lo normal.

—Suena estupendo —señaló.

—Lo es, ya lo verás.

Aproximadamente una hora después, estaban estacionando frente a la enorme casa. El olor a mar llenaba por completo sus fosas nasales y el sonido del agua se escuchaba a la distancia.

—Oye Penny, —le gritó Paul desde el porche—. Tyler y yo encenderemos una fogata en la arena, ¿Por qué ustedes no traen la cerveza? Está en el baúl.

Penny atrapó las llaves que él le había lanzado y asintió. Paul y Tyler habían sido sus amigos desde la escuela, eran un fantástico par de tontos a los que Penny no tenía la suerte de ver con mucha frecuencia, pues se había ido a la universidad cruzando el país. Era una suerte que pudieran estar para la fiesta de Allyson, pero de seguro eso implicaría que no volverían a verse en, al menos, seis meses. Además de los chicos, desde California habían traído con ellos a Ella, la novia de Paul, a la que Allyson no había podido acosar aun y por lo tanto, a la que nadie conocía mucho, como el hombre junto a ella.

Jason la ayudó con la insana cantidad de cerveza que había en aquel baúl y ambos lo llevaron hasta la casa.

—Este lugar es fantástico.

—Eso mismo dije yo la primera vez que estuve aquí —sonrió—, espera que la veas por dentro, ¡Y la playa! Es genial.

—¿Has venido muchas veces? —cuestionó él con una sonrisa.

—Un montón de veces desde que tengo diez. Cuando éramos niños veníamos siempre que los papás de Allyson estaban disponibles, porque su trabajo los hacía viajar mucho a lugares raros —Le explicó. Una de las razones por las que ella y Allyson eran tan unidas se debía precisamente a que habían pasado casi todas sus vidas juntas mientras sus padres trabajaban—. Después que crecimos un poco, comenzamos a venir solos.

Jason enarcó una ceja un segundo, pero fue un gesto tan breve que Penny casi pensó que lo había imaginado. Ella no tardó en notar lo que había dicho y sí, por lo general Owen estaba con ellas, habían estado juntos toda la vida, incluso antes de comenzar a salir y aquel lugar también fue el que eligieron para esconderse más de una vez. Sin embargo, era algo en lo que prefería no pensar, porque en serio amaba aquella casa y tenía demasiados recuerdos fantásticos en ella como para dejar que su ex los arruinara.

Y Ahora ¿Qué digo?   (YAQH 1.5) (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora