Capítulo 4: El Comienzo

47 6 4
                                    

Un hombre cubierto por una capucha corría frenéticamente por las empobrecidas calles de un planeta de la galaxia Andrómeda, unos hombres lo perseguían.


-¡No puedes esconderte! –gritó una voz furiosa a lo lejos.


Estuvo días huyendo de estas personas sin logarlo, la gente de las calles creían que era un ladrón, algunos intentaban detenerlo, pero éste los golpeaba para seguir huyendo. No podía creer que después de tantos años haciéndole ganar varias batallas en varias galaxias él quisiera matarlo. Mientras corría por su vida recordaba cómo había pasado todo:


Viajando cerca de la galaxia Andrómeda, una nave negra, con un aspecto aterrador buscaba planetas cercanos con urgencia.

-¡Necesito un cuerpo! –decía un hombre que parecía tener ochenta años, tenía un mal aspecto, parecía que estaba enfermo y que moriría pronto.

-Tenemos esclavos...-dijo un ser peludo de color naranja, a lado de él, había otro igual. Fue interrumpido por los aterradores gritos del anciano.

-¡¡Esos no sirven!! –gritó furioso mientras daba un golpe a la mesa de acero que se encontraba ahí. En ese momento pensó, y tuvo una idea- Meyer.

-Señor, no creo que él tenga idea sobre alguna persona -dijo el otro de los gemelos.

-Tienes razón... pero él es sano, joven, y muy fuerte –dijo convencido.

-Señor –dijo un poco impresionado por su idea-, nadie más podrá hacer lo que él...

-Conseguiré otro...-dijo sin interés, interrumpiéndolo- tráiganlo.


Un hombre que caminaba por los pasillos de la nave, uniformado de blanco los escuchó y sin pensarlo corrió a contárselo a quien, afortunadamente, era su amigo. Y ahí estaba, en una cabina riendo junto con varios compañeros. Todos dejaron de reír cuando notaron el miedo en el rostro de aquel hombre.

-Debes irte ahora -dice el hombre después de haberle contado lo que escuchó-, no tienes tiempo -él no dijo nada, estaba anonadado- ¿Escuchaste lo que dije? -seguía inmerso en sus pensamientos, y mientras eso sucedía, otros hombres iban en camino para escoltarlo con Coppola- ¡Eo! -ambos se miran. Todos miran a Eo.


-¡Ya vienen! -gritó otro hombre- Están en el segundo piso.

-Roba una nave de emergencia -le da la clave para poder abrir una compuerta-, y huye. Nosotros te cubrimos.

-Gracias -se levanta y mira a todos sus amigos-, a todos -sale corriendo del lugar, poco después de que huyó unos hombres entraron al lugar.

- ¿Dónde está Meyer? -preguntó serio un hombre enmascarado.

-No lo sabemos -dijo tranquilo, fingiendo.

-Debería estar aquí, con todos ustedes.

-Y estaba aquí -pensó en cómo entretenerlos-, pero sólo se levantó y salió. Tal vez fue a hablar con el jefe. Hace poco mencionó que quería ser subido de puesto -los demás asintieron. Los hombres enmascarados salieron de la cabina.

-Están mintiendo -decía comunicándose con otros guardias-. Mátenlos y busquen a Meyer...

-Reportaron que alguien entró al "garaje" -como solían decirle porque ahí había vehículos de todo tipo.

Un Espacio Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora