Capítulo 14

12 1 0
                                    

Batalla en Caronte

— ¿Está segura que funcionará? —preguntó Hooter con desconfianza.
— No —respondí—. Pero sólo así podremos rescatar a la gente que está dentro de la nave —todos estaban dudando, discutiendo sobre sería una buena idea.
— Yo te sigo —respondió Martí. Todos lo miraron—. Anya me necesita, y estoy dispuesto a dar mi vida por ella.
— Pero, Martí —dijo Kate—, ¿estás seguro?
— ¿Quién tiene una mejor idea?

Miró a todos. Nadie respondió, sólo se miraban entre sí, intentando descubrir si alguno tenía una idea.

— ¡Bien! —interrumpí el silenció con un aplauso— Si Martí lo aprueba, está decidido. Atacaremos a primera hora. Será mejor que tomen un descanso       

Salí de la sala de juntas que estaba dentro de la nave, la cual ya estaba mejor después del impacto. La computadora de una nave Alpha era impresionante. Si tenía fallos ésta podía reparase sola. Una tecnología fascinante.
Eo compartiría su cuarto con Martí, los cuartos para huéspedes estaban en reparación.

— ¿Es siempre así? —preguntó Martí.
— ¿Quién? — preguntó Eo después de haber puesto su colchoneta para dormir en el suelo.
— La capitana... tan... —intentaba expresar una palabra con gestos y señas.
— ¿Extremista?
— Algo así... No teme morir. Yo tendría miedo —se recuesta en su colchoneta—. Temo morir —dijo Martí, mirando hacia el techo de la nave.
Eo comprendió su miedo, y quiso animarlo— En la academia, cuando nos entrenan, nos convierten en seres sin sentimientos... No enviarían a pelear a alguien que tiene miedo, tristeza o piedad —Martí busca con la mirada a Eo, quien estaba también recostado, mirando al techo—. Lo que quiero decir es... lo que haces por tu amiga es muy valiente. Confrontas al miedo por amor. Deberías estar orgulloso de eso.
— ¿Eso crees? —vuelve su mirada al techo— Gracias...
— Eo... mi nombre es Eo... Y no te preocupes. Nosotros... Yo, te protegeré. Lo prometo.
— Gracias... Eo.

La mañana era oscura, como cualquier día en la fría y ahora desolada Caronte. Una gigantezca nave descansaba en el centro de la ciudad, donde gente inocente rogaba por su libertad.

— Ya está todo listo para partir, señor —avisó un muchacho enmascarado al Dictador.
— ¿No hay señal de nuestros "amigos"?
— No, señor. No ha habido actividad desde que arribamos.
— Qué aburrido... —caminaba entre círculos— Tendremos que ir por Meyer por las malas... —se detuvo de golpe, como si tuviera una premonición— Esperemos un rato más... tengo una corazonada.

— Cuando estés listo, Martísonaba mi voz desde un reloj en la muñeca de Martí.
— Un segundo... —imploraba Martí. Estaba nervioso y atemorizado. Inhalaba y exhalaba con rapidez.
—  No lo olvides, Martí. Te cuidaré —expresó Eo para tranquilizar al asustado alienígena el cual de encontraba a cinco metros de la nave, escondido detrás de lo que alguna vez fue pared.

Sus palabras tranquilizaron a Martí, le tomó un momento decidirse para poder acercarse a la nave.

— Lo haces por Anya —se decía a sí mismo—. Lo haces por Anya.
— ¿Ahora qué sigue? —preguntó Eo.

Todos están en lugares clave donde supuestamente no pueden vernos —respondía a su pregunta—. Martí es la carnada, si se dan cuenta que alguien está fuera...
— Abrirán la puerta para ir por él... —completó Eo— entonces nosotros atacamos, entramos a la nave y rescataremos a la gente.
— ¡Qué inteligente eres, Meyer! —expresé con sarcasmo— Ahora sólo debemos esperar.

Martí caminó hacia la nave, atemorizado. Pareciera que estuviera abandonada.

— ¡Hola! —gritó a la nada— ¿Hay alguien ahí?  —su voz resonaba echa  eco. Nadie salió.
— Este plan no va a funcionar —dijo Grace escondida entre un edificio con Geral a su lado.
— Tiene que funcionar —me dije a mí misma.

Martí tomó una piedra y la lanzó con fuerza hacia la nave. No pasó nada.

Volteó molesto, como si viera a la nada— ¡Es inútil...! —el sonido de la rampa abriéndose hizo que diera un brinco del susto.

La rampa gigante se abrió completamente y un hombre enmascarado salió. Se podía escuchar que le exigía a Martí entrar a la nave, a lo que éste se negaba. Le apuntó con un arma sin pensarlo, y de sorpresa un zumbido ensordeció mis oídos.

— ¡¿Qué acabas de hacer?! —le grité molesta a Eo.
— ¡Iba a matarlo! —gritó como si él tuviera la razón.
Tomé sus mejillas con una mano y giré su cabeza a la escena que teníamos al frente— Entonces ahora espero que tengas suficientes municiones para ésto...

Muchos hombres enmascarados comenzaron a salir. Martí estaba atemorizado.

— Chicos... si van a comenzar un plan, que sea ahora —dijo hacia el reloj.
¡Corre, Martí! —corrió sin pensarlo.

La batalla estaba comenzando: disparos por todos lados, Martí se escondió detrás de un edificio y ya estando él a salvo Geral, Eo y yo comenzamos la segunda parte de nuestro plan.
Después de haber vencido a unos cuántos enemigos entramos a la nave enemiga.

—Kate —decía por medio del reloj en mi muñeca—, cuida de Martí.
¡Entendido!
— Los demás estén alertas —miro a Grace e Eo. Ella lo miraba con nostalgia—. Esto será rápido. Lo prometo.
— Vamos —dijo Eo tomando la delantera. Nosotras lo seguimos.
— ¿Acaso sabes el camino? —le pregunté.
— Ah... —se detiene, y nosotras con él— tengo una idea. Una vez vi una nave de estas por dentro... vacía —parecía nervioso—. Ustedes síganme —comienza a correr—. Y no hablen tan fuerte.
— ¿Qué le pasa? —pregunta Grace.
— No tengo idea...

Una cámara observaba nuestros pasos, y detrás de esa cámara alguien sonreía por su acertada corazonada.

Un Espacio Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora