Capítulo 12

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—¡Una nave activó la alarma! -decía un muchacho que corría y  gritaba con voz alterada hacia otro de su especie.
—¿Eran los Blancos? -el hombre gris, que parecía medir dos metros toma el reporte y lo lee.
—No sabemos. Era un modelo Alpha de la cuarta sección de la Vía Láctea.
—¿Cayeron?
—Sí. No sabemos si están vivos...
—Vayan a buscarlos -dijo un hombre de piel gris, de edad un poco avanzada, interrumpiendo a los dos jóvenes-. No quiero más intrusos en mi planeta.

En la ciudad principal de Caronte se encontraba el resto del equipo buscando algo que pudiera explicarnos lo sucedido.

—¡Aquí no hay nada! -gritó Kate, agitada. Escalaban y bajaban los relieves que había dejado tanta explosión en la tierra. Miraba a su alrededor, viendo el desastre que quedó en un mejor ángulo- Esta ciudad quedó hecha un desastre.

Siguió caminando por la destruida ciudad hasta llegar a una parte desolada: era el límite de aquella pequeña ciudad. Por ahí llegaron las naves enemigas sin algún problema.

Parecía no haber nada, miró a su alrededor y algo algo a lo lejos llamó su atención. Corrió con preocupación, meditando si sería lo que ella creía o no.
Una vez habiendo llegado al lugar, en sus pensamientos maldijo el haber acertado.

—¡No puede ser! -se tiró de rodillas con presura. Había un hombre tirado en el suelo. Notó que aún respiraba. Estaba despertando.
—Por favor... -apenas podía respirar- Ayúdeme -quedó inconsciente de nuevo.
En su muñeca izquierda tenía un teléfono con apariencia de reloj, presionó un  botón lateral y emitió un mensaje —¡Soy Kate, encontré a un civil! Está inconsciente y tal vez esté herido. Necesito que vengan -presiona otro botón-.Les mando mi ubicación -seguido de eso acomodó al muchacho de frente para poder mirarlo mejor-. Vas a estar bien.

—El chico estaba solo, en la ciudad -dijo Kate.
—¿Totalmente solo? -pregunté.
—No hay nadie más en este lugar -respondió Grace-. Por suerte se encuentra bien -miramos al muchacho que yacía dormido en una colchoneta cubierto por unas sábanas.
—Avísenme cuando despierte -ordené-. Necesitamos saber qué pasó aquí -salí de la nave.

Grace y Kate estuvieron un rato al cuidado del chico. Pasada la hora, el chico había despertado después de su larga siesta y lo primero que vio fue a dos terrícolas sentadas en suelo, distraídas. Una de ellas le pareció conocida, así que no entró en pánico.

—¿Dónde estoy? -pregunta el grisáceo chico, sentándose lentamente. La pregunta alertó a las chicas, quienes al voltear, notaron que el muchacho estaba bien.
—¡Estás bien! -expresa aliviada Kate.
—Estás resguardado en una nave aliada. Quédate tranquilo -respondió Grace-. ¿Cuál es tu nombre?
—M... -tragó saliva el muchacho- Martí... -mira a su alrededor. Notó que la nave estaba un poco desordenada y destruida de algunos lados- ¿Qué les pasó?
—Tuvimos un aterrizaje de emergencia -dijo Kate-. No debes fijarte en eso.

Poco a poco el muchacho fue levantándose, al ponerse erguido sintió un desgarre cerca de su costilla derecha que le hizo doblegarse un poco, Kate lo sostuvo con suavidad. Pudo sentir la venda que le rodeaba el pecho, Kate lo había curado, estaba seguro de eso.

Caminó por toda la nave, miró hasta el último detalle, observó por la ventana su ciudad hecha un desastre. Apretó sus puños, estaba furioso y se sentía impotente.

Toma sus hombros con suavidad, evitando que dejara de mortificarse solo —Todo estará bien, Martí -dijo Kate con hilo de voz.
—No han dejado el planeta -afirmó Martí-. Volverán, y ahí tendremos que hacer algo.
—Salvaremos a tu gente -prometió Grace con amabilidad-. Ahora, cuéntanos lo que pasó aquí -Martí asintió nervioso.

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