Capítulo 18: Coppola

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—Me falló... otra vez —decía con seriedad un hombre alto, fornido, rudo. De sólo verlo te atemorizaba— ¿Respondió alguno de mis mensajes? —le preguntaba a um secuaz que estaba parado, esperando una orden.
—No, señor.
—Es una pena —comienza a caminar—. Tenemos el cuerpo —mira sus manos—, ya no necesitamos al chico, pero... él sabe mucho —mira al enmascarado—. Prepara mi nave —ordena. El otro asiente y corre hacia afuera de la sala—. Yo mismo me encargaré de él.

En Caronte dos hombres peleaban sin piedad. El rizado estaba perdiendo contra el Dictador, con heridas en todas partes seguía luchando contra él. Nadie podía vencerlo.
De una patada en el estómago lo hizo caer al suelo, ya había perdido.

—¡Eo! —gritó Kate, quien corrió para socorrerlo, pero fue interrumpida por un secuaz que le impedía llegar hacia donde estaban ambos.
—¡Te llevaré con Coppola vivo o muerto! —sacó un arma de su traje. Iba a dispararle.

Eo estaba aceptando su destino, ya sabía que no podría esconderse por tanto tiempo, pero sabía que había dado pelea. Kate, Paula y Geral querían ayudar, pero les era imposible con tantos blancos alrededor, presenciarían la muerte de su compañero, sólo cerraron los ojos como Eo lo hizo.
Un disparo sonó y al momento un grito desgarrador. ¿Qué había pasado? Eo abrió los ojos, el arma había caído al suelo y el dictador sostenía su mano herida. Miró a la distancia para encontrarme a mí con una de mis mejores punterías.

—Por eso no uso armas —lanzo el arma a la persona que se encontraba a lado mío. Comencé a caminar hacia el hombre enmascarado que masajeaba su mano herida.
—Lograste escapar —todos nos miraban. Había un inmenso silencio—. Este no es asunto de una niña. ¡Sólo lo quiero a él! —señala a Eo— Me lo llevaré y así dejaremos este problema —lo toma del traje espacial y lo alza.
—No puedo... —respondí— el problema es, que ya es asunto mío.
—Si es lo que deseas —lo toma del cuello para ahorcarlo—.Tú también morirás con él.
—¡Eo! —grita Geral. Paula la detiene— ¡Tenemos qué hacer algo!
—Ella lo hará —responde Kate confiada.
—¡Mark! —grité con fuerza. Él deja de apretar el cuello de Eo y lo tira al suelo. Yo dejo de caminar.
—Sabes más de lo que creo —camina hacia mí, quedamos frente a frente. Era un hombre sumamente alto, y yo tan pequeña—. Dime, ¿qué más sabes?
—Lo suficiente —advertí.

Íbamos a pelear, todos callaron y nos observaban. Eo se levantó del suelo con ayuda de Paula.

—¡No sabes lo que haces! —gritó Eo— por favor, no lo confrontes.
—Estará bien. Ella es fuerte —dijo Paula. Eo se relajó, no podía hacer nada y ya estaba muy agotado por haber peleado contra Mark.

Caminamos en círculos. Nos mirábamos directamente a los ojos y en los de Mark se notaba el odio y la frustración. Como si tuviera una necesidad muy grande.

—¡¿Qué estás esperando?! —grita al fin Mark.
—Tu primer movimiento.
—Tienes miedo.
—Tendrás que descubrirlo —cierro los puños. El enmascarado ríe.
—No vas a durar ni un minuto. ¡Eres pequeña y débil! —se detiene y se pone en guardia.
—Averigualo.

Me decidí a dar el primer golpe; corrí hacia él con el puño cerrado y Mark sin mucho problema pudo esquivarlo, al mismo instante uno de sus puños se dirijía a la parte lateral de mi estómago, logro desviar su firme brazo y con el mismo pude recargarme para darle un fuerte golpe con mi tibia. Trozos de plástico caían al suelo, los que nos rodeaban dieron un grito de impresión. Eo estaba impresionado.
Me alejé de Mark unos centímetros para darme cuenta de que su sangre recorría los restos de su máscara que debajan revelar parte de su rostro, aún seguía aturdido por el golpe, sólo tocó su rostro, vio su mano y se percató de que tenía sangre, eso le hizo enfurecer. Se quitó la máscara y la lanzó lejos de nuestro lugar de pelea y al fin pudimos ver su identidad: Era un hombre de muchas cicatríces, cabello bien rapado y de facciones no muy toscas. Admito que verlo así me atemorizó un poco.

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