VII

436 78 13
                                    

 —¡Kibummie! –gritó Nicole ganándose las miradas de todo el mundo, más al importarle poco igual corrió hasta él, regalándole un fuerte abrazo– Dios pensé que esta vez no regresarías.

—Hola, Nicole. –dijo él tranquilo, incluso carraspeando un poco para que su voz saliese correctamente.

—¿Cómo estás? ¿Qué hiciste?

—Ver películas, como las vacaciones pasadas.

Todo parecía estar completamente igual, la misma Nicole, los mismos profesores, los mismos insultos, las mismas ganas de regresar pronto a casa. Todo.

—¿Te parece si comemos en el jardín?

—Sí, por q-

—De hecho, eso no será posible.

Tanto Nicole como Kibum voltearon hacia atrás ante aquella voz que había cortado su plática y sí, ahí estaba Jonghyun, con Minho detrás como siempre.

Ninguno de los dos se atrevió a decir algo, estaban demasiado en shok como para creer que realmente alguien les estaba hablando en el instituto.

—Creo que pediré que dejes a Kibum conmigo.

—No dejaré sola a Nicole en el almuerzo.

—Ese no es problema, Minho, acompáñala.

Y el nombrado ante esa orden asintió, acercándose lo suficiente a aquella chica para poder ofrecerle su brazo y una Nicole con la cara completamente roja se estaba dejando llevar por él. Pronto.

—No puedo creerlo.

—¿El qué?

—El que te llevaras a mi mejor amiga con ese playboy de segunda.

—Más respeto para Minho, es mi amigo.

—Y ella mi amiga.

—¿Te gusta la lasaña? Escuché que sirven hoy.

Como era de esperarse, contra la arrogancia de ese enano no iba a poder.

En especial cuando ahora media escuela miraba en su dirección por estar sentados justo en medio del comedor, juntos, Kibum teniendo la cabeza abajo y Jonghyun disfrutando de unas papas fritas que había pedido también.

—Déjame ir.

—¿Por qué? Te dije que tendrías un rico desayuno.

—Esos son mis asuntos, Kim, no necesito que me cuides.

—Aparentemente sí, porque cuando aceptas ir con Nicole a comer al jardín con suerte comes una manzana porque “olvidaste el almuerzo”.

Y una vez más ahí estaba ese miedo que le corrió la noche anterior, ese que le dejaba completamente desnudo y hacía su cuerpo temblar por sentirse demasiado vigilado, demasiado cuidado como para ser verdad.

—¿Cómo… sabes eso?

—Así como supe quién eras en internet.

No lo resistió, su garganta comenzaba a arder y sus manos a rasguñar sus piernas, en definitiva no aguantaba cómo es que era blanco fácil para quién fuese, que todos sabían de su vida más que él mismo. Se levantó de la mesa y sin decir nada corrió fuera del comedor en busca de llegar a los baños, ignorando los gritos de Jonghyun llamarle repetidas veces.

Mojó su cara contra el agua fría de la llave, respirando agitadamente al querer calmar sus emociones, ordenándole a sus ojos que no derramaran ni una sola lágrima. Ni una.

—Kibum…

—Jonghyun… Por favor, déjame solo…

—No… No quiero…

—Vete… –murmuró totalmente deshecho, dejándose desplomar en el suelo.

Y ahí estaba Jonghyun, bajando rápido en su encuentro, abrazando su cuerpo con tanta fuerza que pudo sentir calor llegar hasta sus huesos. No hizo más que acurrucarse contra él, dejando salir sus lágrimas sin resistirlo demasiado, pues no se sentía bien, le dolía la cabeza, el estómago le daba vueltas, sus piernas punzaban al no resistir su propio peso y sobre todo sentía su corazón salir de su pecho y correr lejos para poder dejarlo morir solo.

De todas formas, al final  se preguntaba si alguna vez, alguien se podía sentir completamente igual que él.

Ese día salió temprano del instituto, no sin antes decirle a Nicole que la veía al día siguiente y que por la tarde cuando llegara prometería mandarle un mensaje.

 
—¿Dónde es la cocina? –preguntó Jonghyun cerrando la puerta detrás de él, comenzando a sacarse los zapatos de encima.

—No irás a mi cocina.

—Sí que lo haré, tengo hambre.

—Kim esta es mi casa.

—Y justamente por eso, es mejor que me lo digas antes de que entre a tu habitación o a la de tus padres cuando la busque.

Kibum entornó los ojos, todavía no estaba seguro de cómo es que lo dejó llevárselo así nada más; pero después recordó el abrazo que tuvieron y en cómo era mejor estarse callado.

—Es la puerta en la que estás recargado.

Cuando Jonghyun lo escuchó rápidamente sonrió y entró en ese lugar, más Kibum esa vez no lo siguió pues a muy últimas, que hiciese todo lo que se le plazca.

Fue a su habitación, a poder sacarse el uniforme de encima tirándolo por algún lado como siempre hacía, se colocó ropa más floja para poder estar a gusto y se tiró sobre su cama, abrazando una de sus almohadas mientras escondía el rostro en ella y durmió, no creía estar tan cansado y extrañamente así era cada día de su vida.

“Estaba corriendo por el jardín de sus abuelos, todavía recordaba lo enorme que era pues en él, incluso cabía un laberinto de ramas que se encargaron ellos mismos de formar.

El viento era bastante fuerte, pero más que nada agradable por cualquier lado que lo sintiese, el sol parecía deslumbrar cada centímetro de tierra pues si miraba a los lados simplemente veía más pasto con esas pequeñas flores moradas, rosas, amarillas y en algunos casos azules.

Y sí, supo entonces que estaba en un sueño porque era demasiado perfecto como para existir aún.

Se dejó caer sobre el suelo, con la espalda contra éste, su vista se posó enseguida sobre las nubes con formas indefinidas que pasaban rápidamente a causa del viento que seguía corriendo libremente con fuerza por todos lados.

Sentía el pasto removerse inquieto a los lados de todo su cuerpo, su camisa levantarse apenas un poco para que el viento entrara a acariciarle el estómago; las flores acariciarle la cabeza para provocarle más sueño.

Pero esas no eran las flores”

Kibum abrió lento los ojos y efectivamente, estaban acariciando sus cabellos, y en la casa, no estaba nadie más que Jonghyun.

Se removió lo que pudo en la cama para poder dejar su rostro visible para el otro, encarándolo ya que ahora sabía exactamente lo que estaba haciendo a su cabello sin su permiso.

Pero no dijo nada, ni quiso, simplemente se quedó mirando esos ojos color avellana que juraba algunas veces, eran demasiado rudos para su existir, pero ésta vez, eran en exceso dulces.

Jonghyun por su parte sólo miraba al más bajo, en silencio, perdiéndose en sus orbes sin querer decir algo tampoco.

Las manos del moreno seguían sobre los cabellos y abdomen del adverso, pues de ser pillado no tuvo como sacarlas de esos lugares, en especial cuando Kibum no le gritaba, no le dirigía palabra y sobre todo, no tuvo expresión alguna sobre su rostro.

Ahí estaban los dos, en silencio que se podía cortar con un cuchillo afilado ante el más mínimo sonido.

Y ambos, no estaban seguros de querer alejarse de esa extraña posición.

Limbus [JONGKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora