XXI

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Se pide discreción.




Estaba Kibum junto a Jonghyun, sentados ambos en una banca del parque para acurrucarse lo más que podían.

Jonghyun acariciaba los rubios y suaves cabellos de su pareja, mientras le preguntaba cómo demonios mantenía su cabello así, pues él no podía estar contento apenas se había hecho la decoloración.

—Luego te doy mis productos. –le dijo Kibum, con un tono burlesco en sus palabras.
—Mejor déjame raparme la cabeza.
—No, así estás guapo.

Una vez más quedaron en silencio para disfrutar el calor y cariño que se daban mutuamente entre cada acción y roce que recibían; ya había pasado mucho tiempo y ahora sabían que esa era una de las cosas que más disfrutaban.

—Hoy vienen mis papás a casa. –comenzó nuevamente Kibum.
—¿Les dirás hoy? –preguntó Jonghyun, quién no paraba de besar su frente.
—Sí, les diré hoy.

Ambos rieron y juguetearon un rato más antes de levantarse y así irse por dónde vinieron, Kibum debía estar listo para la cena de ese día.

—Promete llamarme en la noche. –pidió el mayor, dejando un beso en la mejilla del otro.
—Te llamaré apenas hable con ellos.

Después de algunos cuantos besos más, Kibum entró a su hogar y se dispuso a ordenar todo, hoy sería el mejor día de su vida.

Sus padres lo amaban, estaba seguro de eso, siempre le habían dado lo que necesitaba, le habían dado su apoyo y también su cariño, no había razón alguna como para ocultarles que estaba saliendo con un chico.

Sabía que lo entenderían.
Sabía que todo iba a salir bien.

Entró a la cocina y pensó en e platillo principal para la cena, haría el favorito de sus padres.

Y apenas había puesto la pasta en el horno, escuchó el seguro de la puerta abrirse, ya habían llegado.

—¡Mamá, papá! –gritó, corriendo hacia la entrada de la casa.
—¡Vaya! Alguien nos ha extrañado.
—Definitivamente sí.

Kibum ayudó con las bolsas de ropa de su madre y fue a dejarlas hasta la habitación de la misma, pero esa vez las dejó en la cama, ya no cabía tanta ropa en ningún lado.

—¿Por qué huele tan bien? –preguntó su padre, olfateándo el ambiente– ¿Acaso nuestro campeón hizo la cena?

Kibum simplemente sonrió con amplitud, mostrando lo obvio; los dirigió a ambos hasta la mesa grande del comedor y ahí les hizo esperar mientras servía todo poco a poco.
Sus padres estaban encantados, no dejaban de darle halagos por lo bien que se veía todo y lo sabroso que olía toda la estancia, iban a comer muy bien y eso era de apreciarse.

—Entonces a comer. –anunció el hombre de la casa, cuando todo estuvo listo.

Los tres comieron animadamente, su madre no dejaba de hablar de ropa; ropa aquí, ropa allá, incluso su padre dijo que estaba seguro que las bolsas de compra casi se lo tragaban vivo.
De igual forma, todos hablaron, Kibum de la escuela y también del extranjero, pero aún tenía algo mucho más importante qué tener la universidad en otro país.

Llegó la hora del postre, había una apetitosa tarta frente a los tres y la primera en tomar un trozo, fue su madre.

—Padres. –comenzó Kibum– Tengo otra cosa que decirles.
—¿A sí? ¿Qué es cariño?

Kibum sonrió con nerviosismo, pero emoción al mismo tiempo, tomando un poco de aire antes de hablar.

—He estado saliendo con alguien desde hace un tiempo.
—¿Sí? ¿Cómo se llama la afortunada?

Limbus [JONGKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora