XXII

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Pequeños y lejanos pitidos se escuchaban en los oídos de Kibum, poco a poco, el color blanco se iba quemando hasta dejar ver un blanco más opaco con líneas negras que iban trazando una habitación de hospital en la que extrañamente ahora se encontraba.

Cuando sus ojos se abrieron por completo, fijó la mirada primeramente en el techo, y luego a la derecha, en donde se encontraba la máquina de pulso que aseguraba su vida; volteó despacio hacia el otro lado y encontró a Jonghyun durmiendo a un costado de la camilla, recargando la cabeza y brazos en ésta, mientras que su cuerpo era sostenido por un recargo que había utilizado como asiento.
Todo fue muy confuso, muy tranquilo también, por ello no estaba seguro sobre qué debía pensar.

Trató de levantarse, inútilmente porque el cuerpo entero le pesaba y sólo alcanzó a moverse unos centímetros hacia arriba cuando Jonghyun ya estaba bien despierto como para gritar que "¡Ya despertó!" Suponiendo que hablaba de él.

—Kibum... –comenzó Jonghyun– Kibum estás aquí conmigo...

Kibum no pudo decir ni una palabra porque no tenía nada para expresar, sólo lo miró lagrimear despacio, de una forma que él no había visto antes.

Antes de poder hacer nada, escuchó como la puerta de su habitación se abría y dejaba pasar a un doctor junto con dos enfermeras, todos traían tablas en mano y tal parecía, estaban por chequear su estado de salud.

—Bienvenido, Kibum. –le dijo el doctor– Tal vez estés confundido, pero es normal, yo te lo explicaré todo.

Kibum no entendió ni una palabra de las que le dijo el doctor acerca de su estado actual y lo único que pudo captar con normalidad fue que Jonghyun estuvo ahí los tres días que permaneció dormido, que sus brazos iban a dejar marca y que la garganta podría arderle ante un lavado que ni él mismo se imaginaba.

El doctor y la enfermera no pasaron mucho tiempo ahí pues enseguida se fueron, dejando nuevamente a los dos rubios solos en la estancia. Jonghyun acariciaba su mano izquierda con mucho cuidado, mientras que murmuraba algo que juraba era dialecto porque tampoco entendió nada de su parte.

—Bummie. –comenzó el mayor una vez más– Estoy muy feliz de tenerte aquí conmigo.

Extrañamente, una sonrisa se mostró en el rostro de Kibum, una cansada, porque tampoco es como si tuviese mucha fuerza para actuar.

—Dos amigos vinieron hoy. –siguió hablando Jonghyun.

Antes de poder preguntar, Kibum desvió por segunda ocasión su mirar hacia la puerta de su habitación de hospital y pudo notar que Jinki y Joon venían entrando con una notable sonrisa, bien marcada en el rostro.

—Hey, Bum. –saludó Joon.
—¿Te sientes bien? –preguntó Jinki, y Kibum sólo asintió– Me alegro mucho, debes descansar.

Todo fue muy agradable por el cariño con el que lo tomaban ambos adultos, sin embargo, en un punto de la conversación, tomaron un tema importante.

—Bum, tus padres se encuentran bajo demanda ahora. –mencionó Joon– El caso lo comenzamos Jinki y yo cuando Jonghyun nos contó medianamente lo que pasó y forzosamente, la investigación lanzó la culpa a tus padres.
—Escucha, Kibum. –ahora era Jinki– la intención de Joon y la mía, es quitar la custodia de tus padres para que ya no vivas con ellos; claramente, ante la ley ya tienes poder de razonar la situación y por ello sólo te lo estamos informando.

Kibum tuvo una gran duda en todo el rostro, pues su cerebro trabajaba tan lento ese día que no le estaba entendiendo nada a nadie.

—Jinki y Joon quieren ser tus padres de fila, Kibum. –comentó Jonghyun.

Limbus [JONGKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora